En nuestra historia reciente sólo dos veces los diputados han podido votar en secreto apelando a su conciencia, y ya hace unos años. La primera en 1995, durante el Gobierno de Felipe González.

Esa fue la primera, la segunda y última hace diez años en el año 2003 para votar dos proposiciones no de ley sobre la guerra de Irak. Las dos eran para respaldar la postura de Aznar, su apoyo incondicional a EEUU y una invasión.

Era secreta, con papeleta, pero los 183 diputados populares cerraron filas con Aznar. Todos apoyaron su gestión de la guerra de Irak.

De eso, lo decía, hace una década. Es una excepción, porque los diputados siempre siguen lo que marca el partido. Es más, por si hay algún despistado siempre hay un compañero diputado que levanta la mano y les indica lo que deben votar.

Un dedo significa que tienen que votar a favor. Dos dedos, en contra. Y si marca tres dedos, entonces hay que abstenerse. Esto ocurre prácticamente en cada votación. Sobre todo en las más importantes.