Miguel Silvestre ha estudiado Derecho y Políticas pero, según ha afirmado, "para no ejercerlo nunca". En realidad se dedica al ciclismo de forma profesional, pero, ante el confinamiento por coronavirus, ha decidido dedicarse a los demás trabajando en la frutería de su familia.

Y es que todas las citas ciclistas están suspendidas y tampoco se puede salir a hacer deporte a causa del confinamiento. "Toca poner primero lo primero", ha apuntado el deportista.

Por eso, Miguel ha recurrido al pequeño comercio. "Es volver a mis orígenes, al concepto de barrio, de vecino, de ayuda. Ha sido mi ADN por vocación de mis padres", ha explicado.

"Creo que vivir en que dentro de un minuto el partido puede cambiar es algo a lo que mucha gente no estaba entrenada y el deporte en mi trayectoria sí me ha dado a mí", ha explicado el ciclista.

Miguel asegura que ya tiene "esa capacidad de logística de hacer llegar a cada persona lo que necesita". Y es que además de ser el negocio de sus padres, a los que una semana antes de que se declarara el estado de alarma Miguel encerró en casa, es un servicio esencial para la sociedad en estos momentos.

"Estoy de operador logístico para que a todos los vecinos les llegue todo, porque hay muchos vecinos que se están viendo solos y ahora tienen un número de contacto que es nuestra frutería. Esas llamadas que nos llegan intentamos que no les falte de nada, desde pan hasta la fruta o la carne", ha narrado el deportista.