Los problemas financieros de los pequeños agricultores coinciden paradójicamente con que en España hay más tierra dedicada a la agricultura, un 7% más que hace una década, aunque las explotaciones están en menos manos. "Hay fondos de inversión extranjeros interesados en adquirir cantidades cada vez mayores de tierra, y esto hace que el control de la tierra no esté en manos de comunidades que viven en una zona, sino de los inversores que pueden vivir en el otro lado del mundo y lo único que saben es la tasa de rentabilidad que ofrecen", señala Gabriela Vázquez, miembro de la Fundación Entretantos.

De los oscuros bosques financieros vienen los bárbaros, los fondos de 'invasión' que, cual invasores de otro tiempo, han decidido tomar campos de cultivo en todo el mundo. Si antes cayeron sobre el ladrillo, donde era fácil conseguir botín, ahora también buscan rentabilidad en el campo, poniendo en peligro a los agricultores tradicionales. "Es un bien refugio de capitales privados especulativos que pueden invertir en esto o en ordenadores", afirma Daniel López, miembro del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC.

En el mundo, los fondos del 'agribusiness' han pasado de ser apenas cuatro decenas hace 20 años, a 800 hoy, casi 20 veces más. Les hemos visto poner en marcha grandes explotaciones, con grandes inversores cabalgando a lomos del cambio climático. Tiran de un agua que ya nos falta, con la que rocían un campo conquistado para ganar todavía más dinero.