Uno de los inmigrantes le explica al periodista que bajan al pueblo y piden comida a la gente y les dan patatas y cebollas para cocinar. A veces compran, pero normalmente, la gente les da comida. Es del Chad y lleva dos meses en el monte Gurugú. Tardó en llegar un año cruzando muchos países. Explica que el recorrido desde Chad a Marruecos no fue peligroso porque “en nuestra casa, en el ‘África negra', los que somos de allí, no tenemos problemas entre nosotros”. Sin embargo, “en el Magreb, como en Marruecos, sufrimos racismo. Nos llaman africanos como si ellos no lo fueran”.

Se fue del Chad por la pobreza, la política, la guerra… “para mejorar mis condiciones de vida”, asevera.  Cuando salió del Chad, no se esperaba acabar viviendo en un sitio como ese porque pensó que podría entrar, pero al llegar al monte Gurugú, supo que “para cruzar la frontera había que saltar la valla”. El subsahariano le cuenta a Jordi Évole que muchos de sus compañeros entraron por la valla y él ha ido a hacer lo mismo.

"Hay que saltar la valla. Es la mejor solución"

Cuando se enteró de que tenía que saltar la valla pensó que había mucho riesgo. “Puedo morir porque la valla es alta. Puedo morir al saltarla, puedo herirme. Tengo amigos que se han roto los brazos, los pies, la cabeza… pero no hay nada que hacer. Hay que saltar la valla. Es la mejor solución”, comenta.

El inmigrante se queja de las concertinas. “Los que saltan no son animales, son personas. Y meten cosas para herirnos. No es normal”. Además, confiesa que a veces piensa el regresar a su país. El subsahariano asegura que no sabe cuándo saltará la valla aunque explica que si lo supiera no lo diría. “La fecha es un secreto entre nosotros. No se lo contamos a nadie”. Tampoco tiene miedo. “Aunque muera, no tengo miedo”, asevera.

El periodista le cuanta que hay gente en España y en Europa que tiene miedo a que todas las personas que están ahí, acaben entrando en Europa. El hombre explica que “hay que decirles que no tengan miedo porque no somos monstruos. Somos personas como los españoles. Somos personas sencillas, no hacemos nada. Somos amables, conscientes, no estamos locos”.