"¿Pero cómo se me puede ir el dueño de un restaurante en un tractor?", exclamaba incrédulo Alberto Chicote ante la inusitada reacción del dueño del Mosto Tejero. Tras un servicio nefasto en el que todo lo que podía salir mal resultó aún peor, Juanete decidió huir montado en su vehículo agrícola.

"Yo no lo he pasado más malamente en los días de mi vida", aseguraba ante las cámaras de Pesadilla en la cocina. Alberto Chicote corrió tras él, embarrándose hasta las orejas. Un gesto que el dueño del local agradeció y que consiguió hacerle recapacitar, a pesar de que aún seguía muy disgustado con todos sus trabajadores, tal y como dejaban entrever las nada cariñosas palabras que dedicaba a la plantilla. En su camino de regreso, Juanete invitó al chef, que había perdido una de sus zapatillas en el barro, a subirse al tractor. Y así regresaron ambos al Mosto Tejero.

(*) Desde laSexta.com estamos recuperando los mejores momentos de la hemeroteca de Pesadilla en la cocina.

Otros momentos destacados

Barro en el campo… y grasa en la cocina. Cuando el chef llegó a este restaurante ubicado en la gaditana localidad de Jerez de la Frontera, no tardó en señalar la suciedad que se había apoderado de los fogones, cámaras frigoríficas, campanas extractoras y freidoras, por no hablar de los materiales y electrodomésticos defectuosos y peligrosos. Aunque ello no parecía importarle a Juanete. A pesar de la gravedad de la situación, el dueño del local continuaba con sus bromas y sarcasmos. "¿A qué te dedicas tú, básicamente? ¿A tomarte ahí vinos con los colegas? ¡Buen plan!", le reprochaba Chicote, que no tenía el cuerpo para bromas. "Prácticamente no hay nada en buen estado", reconocía María, la cocinera. "Está todo muy antiguo, roto y oxidado".

Pero las situaciones surrealistas que tuvo que vivir Alberto Chicote en el Mosto Tejero estaban lejos de terminar. Como si de la aparición de una deidad se tratara, toda la plantilla tenía que pausar sus tareas para ir a saludar a la madre de Juanete, atenderla e incluso acompañarla al baño, todo por mandato del dueño del local. Mientras, el resto de clientes se encontraba completamente desatendido.

"Me voy. Comeré en otro sitio, pero aquí no vuelvo más" aseguraba una clienta al equipo del programa. Además de tener que soportar el nefasto servicio y la mala calidad de los platos, los comensales escucharon con estupor una intensa pelea que estaba teniendo lugar en la cocina. La intensidad de los gritos provocaba que los agravios que la plantilla del Mosto Tejero se dedicaba se escucharan con total claridad, también en el salón. "Qué bonito ambiente de trabajo, ¿no?" ironizaba Alberto Chicote.

Y es que los insultos no eran patrimonio exclusivo del dueño del Mosto Tejero y la práctica se encontraba muy extendida por toda la plantilla.