"¿Creéis en la vida eterna?", preguntó Cristina a los
concursantes nada más comenzar la etapa. Minutos después pensé que en realidad
yo creía en el día de la marmota, en esa vida que nos mostraba la película de
Bill Murray en la que día tras día se repetían los mismos acontecimientos, como
su vivieses en un bucle eterno. De nuevo los primos en un camión haciendo un
calvo, de nuevo Pepe a punto de arrancarle la cabeza a un civil inocente… Así
día tras día, eternamente. En realidad Cristina hacía referencia a la creencia
hindú de la reencarnación, la vuelta a la vida, como hilo conductor para
justificar la inesperada repesca de influencers y jerezanas.
La jornada de la marmota tomó un giro inesperado cuando los
primos se hicieron con un arma nueva que consiguieron pujando en una subasta:
una bandera roja con la que podían congelar a sus rivales durante cinco minutos
si se cruzaban con ellos durante la carrera. Los primos decidieron que al
disfrutar ya de la inmunidad no iban a utilizar su pequeño truco para beneficiarse,
en lugar de eso lo hicieron para divertirse y hacer saña, para sacar de quicio
a sus rivales.
Con los aristócratas se cebaron especialmente. A Pepe lo
vimos evolucionar como un Pokemon en cada una de las 'congelaciones' a las que
fue sometido. En la primera se le pusieron las venas del cuello como las de un
cantaor flamenco. En la segunda sus dientes se cerraron y empezaron a castañear
mientras les lanzaba a los primos una mirada con un poder de congelación aún
mayor que el de la bandera roja. En la tercera, su cara se tornó morada, sus
ojos rojo sangre, y sus pies comenzaron a desplazarse lentamente en dirección a
los primos. Si yo fuese parte de la dirección del programa no habría dudado,
habría ordenado disparar el dardo tranquilizante. Finalmente la cosa quedó ahí
porque Pepe lo mismo te amenaza de muerte que te cuenta un chiste de nobles y
te lleva de cañas.
"¿Creéis en la vida eterna?", había preguntado Cristina al
comienzo del programa. Y yo, después de haber visto a Priscila y Jonan seguir
vivos tras haber superado una eliminación y un último puesto en el último
programa, digo sí.
Nos vemos la próxima semana en Pekín Express, el único programa en el que verás a unos aristócratas rogarle a una familia trabajadora india para dormir en el suelo de su casa.