El faro de Moncloa es una de esas obras de ingeniería que quedan en el olvido debido a su mala gestión. El comienzo de las obras data de 1991 y, tras su apertura, permaneció cerrado durante siete años. Posteriormente volvería a cerrar sus puertas durante diez años.

Ahora, tras su nueva reapertura, el Ayuntamiento ha vuelto a clausurarlo. ¿El motivo? Goteras y que, según los visitantes, sigue igual que como estaba en sus peores tiempoes. Tan solo han añadido una cafetería. Resulta curioso si se tiene en cuenta que el precio del faro, tras sus dos remodelaciones, supera los diez millones de euros.

Casi una década cerrado no ha servido para reparar y mejorar un edificio que en principio destacaba por su multifuncionalidad. Diseñado para albergar antenas de Policía, regular el tráfico de la A-6 e incluso con un láser con alcance de 50 kilómetros.

La reapertura, con vistas a las próximas elecciones municipales, no ha durado demasiado. El Ayuntamiento de Madrid ha vuelto a cerrarlo tan solo tres días después por incumplir la normativa reguladora.