El ministro de educación se ha salido con la suya. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha sido la encargada de anunciar la aprobación de la polémica ley de educación.
Una ley que ya se conoce como la ‘ley Wert’, quizá por la tenacidad con la que el ministro la ha defendido desde el principio.
El proyecto pasará a los anales de la historia por estar marcado por la polémica. Porque esta ley le ha costado a Wert varias huelgas generales de educación, sonoras pitadas a su paso, problemas con la prensa y hasta con sus familiares.
Por todo esto, quizá, José Ignacio Wert era este viernes el rostro de la satisfacción. E, incluso, en rueda de prensa ha tenido tiempo para bromear sobre alguno de los aspectos más conflictivos de su ley. Porque recordarán, seguro, aquello de “españolizar a los alumnos catalanes”.
Muy empeñado estaba Wert porque en Cataluña los niños pudieran aprender en castellano. Por eso está dispuesto a invertir cinco millones de euros para las familias que lo soliciten, que hasta ahora son 17. El ministro no ha dado muchas más explicaciones sobre los puntos negros de la reforma educativa.
En lo que sí han querido incidir ambos comparecientes es que esta es una ley que se ha hecho "teniendo en cuenta lo que los ciudadanos les decían desde las calle".
Pero al final, a José Ignacio Wert no le ha quedado otra que tirar de historia para justificar la aprobación de esta ley. “La ley es la expresión de la voluntad popular”, ha afirmado recordando a Montesquieu.
Lo que no ha tenido en cuenta el ministro de educación, es que según decía Montesquieu, “para ser realmente grande hay que estar con la gente, y no por encima de ella”.
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