El crimen de Macastre tendrá por siempre ligada la caseta en la que celebraron tres menores la Navidad del 88, y donde encontraron muertos a dos de ellos a principios del 89. Pero es la historia de un triple crimen: el de Rosario, de 15 años, su novio Francisco, de 14, y Pilar, también de 15. Sus muertes aún siguen impunes.

De Rosario, a día de hoy, sólo tenemos un rostro perfilado y de sus vidas, apenas unos trazos. A finales de los años 80, en Valencia, en pleno boom de la ruta del bakalao, estos tres menores ya habían probado y mezclado casi de todo.

Fue el 14 de enero de 1989 cuando los tres menores cogen un autobús desde Benimàmet hasta Catadau, a una hora de camino y donde tenían una casa para ellos solos. Allí les ven en un bar, y cinco días después, el 19 de enero, en la caseta de Macastre hallan sin vida a Rosario.

Nada se sabe del resto hasta que el 6 de abril, a tan solo 500 metros de la caseta, aparece muerto Francisco. Sería en mayo y en otro pueblo, en Turís, donde encuentran descuartizada a Pilar. Descubren entonces que un pie hallado meses antes en una calle de Valencia podría ser suyo.

Es el macabro y misterioso recorrido de sus muertes, de las que ni siquiera las autopsias son concluyentes. El único sospechoso quedó en libertad y todavía cuesta entender cómo tardó tanto en localizar el cuerpo sin vida de Francisco, pero más aún, ¿qué hacían los menores en la caseta de Macastre?.