El juez Castro lo ha intentado todo. Y se ha convertido en la sombra de la infanta Cristina. Desde hace siete meses no ha descansado, buscando pruebas. Y, por fin, llegó el momento cuando la infanta fue imputada.

Ocurría el 3 de abril de 2013, una semana después de que Diego Torres, el que fuera socio de Urdangarin en el Instituto Nóoa, presentara su última remesa de correos entre Urdangarin y la Infanta., como este:  "Aprovecho que estás conectada para mandarte esta propuesta. Dime que piensas, please”.

Esos correos electrónicos fueron la gota que colmó el vaso: el juez Castro imputó a la infanta Cristina por cooperación necesaria o complicidad con las actividades de su marido.

Redactó 18 páginas de auto, en las que aparecían 14 indicios para explicar la imputación, como este: "Si Don Luis García Revenga parecía conocer las actividades que estaba llevando a cabo la Asociación Instituto Nóos, no se acaba de entender que cuanto menos no participara a Doña Cristina de que su esposo estaba obteniendo un trato privilegiado".

La Infanta asumió su nueva situación legal con aparente tranquilidad  pero lo cierto es que la imputación no le duró mucho. La presión del fiscal anticorrupción, Pedro Horrach, volvió a desligarla del caso.Pero lejos de rendirse, el juez Castro decidió volver a empezar. De nuevo, volvió a recopilar pruebas.

Examinó declaraciones de Hacienda, facturas, emails, actas de reuniones, escrituras, movimientos de tarjetas de crédito o cuentas bancarias. Y en una de las cuentas de la Infanta Cristina encontró un ingreso, de 150.000 euros procedente de una de las cuentas del Instituto Noós.

Viajes, vino, ropa, aviones, restaurantes y safaris,  según publicó el diario El Mundo, los duques cargaron a cuentas de Aizoon todos estos gastos personales. Eduardo Inda, del diario El Mundo, afirmó en Al Rojo Vivo que "la infanta se beneficiaba de los fondos ilícitos del instituto Nóos".

Y si esas pruebas no resultan convincentes, el juez Castro encontró varias facturas más que demostraban que la infanta, a través de su famoso DNI, 00000014Z, firmaba facturas en nombre de Aizoon.

Una factura con la que se autoalquilaba su casa de Pedralbes. Multitud de pruebas recabadas por el juez Castro que, sin embargo, para el fiscal Horrach son, simplemente conjeturas y, ni mucho menos, motivos de imputación.