En estos vertederos hay de todo: alfombras, ruedas, zapatos, CDs, juguetes. En definitiva, basuras que podríamos tirar en contenedores normales, pero que la gente los lleva hasta esos puntos sin control.

Existen hasta 12 zonas como estas en unos 10 kilómetros de costa en Santander. La basura se quema puntualmente, pero eso no es suficiente. En días de viento, esa basura puede acabar en el mar, donde los peces se la comen. Después, nosotros nos comemos a los peces, y al final, la basura acaba en nuestro estómago.

Centinelas es una asociación que lleva dos años denunciando este tipo de vertederos, pero sin éxito. "Hay mucho escombro de gente que se dedica a la construcción de manera clandestina", explica Adriana Sanjurjo, de la asociación, y lamenta que "es un sitio paradisíaco y la estampa que vemos es más propia de paises en vías de desarrollo".