Parece que en Estados Unidos, manejar un arma es prácticamente un juego, tanto para los niños, como para los padres. Se divierten viendo a sus hijos y parece que ellos son los que más disfrutan enseñando a sus retoños a usar un aparato que mata.
Como es el ejemplo de Shioban, de 7 años, que con una estupenda puntería, demuestra a su padre lo que ha aprendido gracias a unas latas de refrescos y a un rifle que prácticamente es más grande que ella.
También podemos ver el caso de un padre con su niña, que no debe pasar de los tres años. A ella al principio le cuesta disparar, pero gracias a su padre, al final le pilla el gusto y quiere más. Su tutor no duda en animarle a que siga divirtiéndose.
Esto de pasar el día en familia echándo unos tiros parece que es de los más normal en Estados Unidos.
También está el caso de los padres que disfrutan cronometrando a su hija mientras desarma una metralleta y mientras vuelve a armarla. Ya habría querido tanta velocidad para sí el director de Forrest Gump, porque ya ven que, la mayoría de las veces, la realidad supera la ficción.
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