Maruja Torres cuenta a Évole que nunca quiso casarse por la "experiencia familiar" que tuvo, que le hizo tener siempre claro que "no iba a firmar un papel ni loca" y que no "iba a atar a nadie". "Mi madre se ató tanto que que cuando mi padre, que le pegaba, porque era un maltratador, se marchó y nos dejó, yo le dice a mi madre que me hacía "ilusión", mientras que ella "se vistió de negro". "Esa es la España de la que vengo, y yo soy como soy porque he hecho o contrario de todo, porque mi madre se convirtió en la víctima oficial en la familia, porque era la dejada", recuerda.

Además, la escritora señala que cuando su padre la iba a buscar, cuando la encontraba en la calle, ella gritaba "y bajaban las mujeres". "Él nunca me pegó a mí, pero mi madre, que tampoco era tonta, como sabía que a mí no me iba a pegar, me cogía y me ponía en medio. Y entonces, mi recuerdo de mi padre es muy vociferante, pero luego comprendí que mi pobre madre se defendía como podía", manifiesta.

La escritora también destaca que de todos estos episodios aprendió "una cosa" que cuenta en 'Un calor tan cercano', y es a desdoblarse. "Cuando algo está pasando, tienes que sobrevivir, y tú te vas a otra parte. Yo, cuando veía la sombra de mi padre en un escaparate, me convertía en otra que se iba, y eso es la literatura en realidad, ¿no? Ser otro. Y cuando he ido a guerras y cosas así, he podido hacerlas porque ese yo mío me ha permitido estar en los sitios peligrosos como si no estuviera, aunque el temblor o el llanto venía luego, pero en ese momento, tienes que ser profesional", relata a lo que añade que, irónicamente, su padre la convirtió "en una profesional".

Así, Évole destaca que es "una infancia horrorosa", a lo que Torres le responde que la lleva "a las espaldas sin mochila". "No la volvería a vivir ni loca, no se la deseo a nadie, pero no sería yo. Me hice contra todo", subraya la periodista.