"Me chillaba desde el muro cuando estaba preso", comenta Morad sobre uno de sus amigos. Jordi Évole se junta con la pandilla de Morad en un parque del barrio: "La calle nos ha hecho ser hermanos", dice uno de ellos.
Todos se conocen de lo mismo, del barrio, y todos han vivido situaciones difíciles: "Yo también estuve encerrado. La calle es así".
Morad denuncia que vivir en el barrio más humilde de L'Hospitalet de Llobregat, donde disfrutan sus días, ha hecho que les juzguen sin pruebas en numerosas ocasiones: "Cualquier día caminas por aquí y te llevan preso".
Jordi Évole asegura no querer juzgarles pero responde así: "Alguna cosa haréis". "En la vida todo se ha hecho, pero ha llegado un momento que hemos dicho 'basta ya'", asegura Morad.
Con el ruido del tren de cercanías de fondo, los amigos de Morad se muestran agradecidos con la ayuda de Morad: "Hacemos un gasto de abogados de 100.000 euros entre todos al año". Y eso lo pueden pagar por los conciertos del cantante.
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Todos querían ser futbolistas pero las circunstancias de la vida cada vez les alejaron más de sus sueños. A pesar de ellos, todos conviven con el respeto y la generosidad: "No es musulmán pero practica con nosotros", dice Morad sobre uno de sus amigos. "Llevo cinco años practicando el Ramadán porque como paso todo el día junto a ellos es una falta de respeto que él no pueda fumar ni comer y hacerlo yo a su lado".
¿Por qué no aparecen mujeres ni lujos en los videoclips de Morad?