La Casa Blanca se divide

Trump tiene tres caminos para Venezuela: presionar a Maduro, intentar negociar o dejar todo igual para proteger negocios

La otra cara Dentro de la Casa Blanca, la presión de Rubio, la utopía negociadora de Grenell y el pragmatismo de Chevron chocan entre sí. Cada movimiento hacia Venezuela se estudia con lupa, mientras Maduro sigue bailando la paz y nadie sabe cuál será el siguiente paso.

Trump tiene tres caminos para Venezuela: presionar a Maduro, intentar negociar o dejar todo igual para proteger negocios

Donald Trump acaba de llamar terrorista a Nicolás Maduro. Con esa etiqueta sobre la mesa, Estados Unidos puede justificar ataques a infraestructuras, endurecer sanciones, aislar aún más al país o incluso aprobar operaciones militares. Todo depende de cómo se interprete la amenaza, y según explica en 'El Periódico'Jorge Dezcallar, exjefe del CNI, Trump tiene actualmente tres planes posibles sobre Venezuela, cada uno con sus protagonistas y su lógica propia.

El malo: Marco Rubio

El primero, y más agresivo, está liderado por Marco Rubio, el senador que actúa como el "malo" de esta historia. Su objetivo es claro: terminar con el gobierno de Maduro. La estrategia no consiste en invadir, sino en aumentar la presión poco a poco.

Cada gesto, cada despliegue militar, cada sanción busca animar a la disidencia interna a actuar o empujar al propio Maduro a exiliarse antes de arriesgarse a acabar en una cárcel estadounidense por narcotráfico. No es un rumor: Washington ofrece 50 millones de dólares por Maduro, un recordatorio de que la amenaza es tangible y constante.

El bueno: Richard Grenell

En el otro extremo está Richard Grenell, al que algunos podrían llamar el "bueno". Su propuesta es casi utópica: que Maduro acepte negociar con la oposición y abra un proceso de transición pacífica que coloque a María Corina Machado al frente de un proyecto democrático.

El problema es evidente: Maduro ha dejado claro que no va a ceder. Además, dentro del círculo de Trump, esta vía genera tensiones internas, porque las negociaciones que propone Grenell son vistas por Rubio como un obstáculo que debilita la presión sobre el régimen venezolano. Dos visiones opuestas que chocan dentro de la Casa Blanca mientras Venezuela sigue siendo el tablero en el que se juegan estas decisiones.

El pragmático: Chevron

Pero no todo es política dura ni utopía democrática. Existe también una vía pragmática, encabezada por Chevron, la petrolera estadounidense que opera en Venezuela gracias a permisos especiales concedidos primero por Biden y luego renovados por Trump.

Para Chevron, cualquier golpe de Estado o intervención brusca supondría inestabilidad y un riesgo directo sobre su negocio, que genera siete millones de dólares al día. Su postura es simple: mantener las cosas como están, garantizar la estabilidad y proteger sus intereses económicos, aunque eso implique convivir con Maduro.

Tres caminos distintos, con tres lógicas muy diferentes: la presión total de Rubio, la negociación idealista de Grenell y el pragmatismo económico de Chevron. Tres opciones que muestran no solo las tensiones internas en Washington, sino también la complejidad de la crisis venezolana. Mientras Trump decide, Venezuela sigue en el centro del tablero internacional, con un futuro incierto y muchas miradas puestas sobre cada movimiento de la Casa Blanca.

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