Desinformar al enemigo fue clave en tres grandes operaciones de los Aliados contra Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial: la fortaleza Sur, la norte y la operación 'Mince Meat' (Carne Picada). Las tres consiguieron distraer a las tropas nazis haciéndoles pensar que atacarían por un lugar aunque finalmente atacaron por otro.

La primera hizo creer a los nazis que en lugar de desembarcar en Francia por Normandía, lo harían por Calais. Y para que el engaño tuviera éxito, se montó un ejército de mentira en la zona del Reino Unido más cercana a Francia. Un ejército con tanques, lanchas y artillería de madera o de goma. Se buscaba que desde el aire, para los aviones de reconocimiento nazis, resultaran unas unidades militares de verdad listas para desembarcar.

Esa era la mayor preocupación: los vuelos de reconocimiento. Porque a la mayoría de los espías nazis los tenían comprados. Como al español Juan Pujol, un agente doble que comenzó trabajando para los alemanes y acabó al servicio de los Aliados. Él fue quien transmitió al alto mando nazi que el desembarco aliado sería por Calais.

El plan de engaño se completó con un falso nombramiento. Los Aliados llegaron a nombrar al mítico general Patton como responsable de ese falso desembarco por Calais en lugar de Normandía. Nombrar a un militar que ya había liderado con éxito campañas similares en Italia y África daba verosimilitud al plan.

Segunda operación de desinformación para engañar a los nazis: La 'Fortaleza Norte': Aquí se trataba de que pensaran que se iba a desembarcar en Noruega. En un castillo de Edimburgo se montó un cuartel general cuya única misión era aparentar que planeaban algo que jamás iba a suceder. Todo para distraer a las tropas de Hitler.

Mucho más elaborada fue la tercera campaña de desinformación durante la Segunda Guerra Mundial. La Operación 'Mince-meat'. Engañar a los nazis para que creyeran que los Aliados entrarían en el sur de Europa por Grecia y Cerdeña y no por Sicilia, por donde realmente planeaban desembarcar. Y en este caso llegaron a inventarse a un personaje que no existió: el comandante de navío 'William Martin'. Ni se llamaba William Martin, ni era militar. Era un vagabundo muerto por tomar matarratas. Que se convirtió en un señuelo, en un cebo para los nazis. Los aliados tomaron su cadáver, lo vistieron de militar, le metieron la falsa ficha, le pusieron hasta la foto de una inexistente novia y le esposaron un maletín. Usaron un submarino para dejar el cadáver en el mar, cerca de las playas de Huelva. El plan era que las olas lo llevaran a la playa y que pareciera un accidente de avión.

Nada estaba pensado al azar. Por esa zona volaban aviones de aliados del Reino Unido a África y era posible que uno se estrellara. España se llevaba bien con los nazis y estaban seguros de que Franco daría orden de informar a Berlín. Y así ocurrió. Los nazis cayeron en la trampa. Concentraron sus tropas en el sitio que no era: en Grecia y Cerdeña. Y los Aliados entraron por Sicilia. El fin del régimen de Hitler estaba más cerca gracias a la desinformación.