2,9 millones de personas están hoy en el paro en España. Siempre va a ser una cifra muy alta, pero este es el mejor dato de los últimos años. Desde 2008, el paro nunca había bajado de los tres millones. Y ha llovido. En concreto, 14 años. Así contado es un motivo de alegría, pero no para todos. Desde la oposición, el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, le ve pegas. "Muchos trabajadores que tenían contratos temporales a través de la reforma empiezan a considerarse fijos discontinuos, y estos no se apuntan al desempleo, no figuran como parados". Es cierto lo que dicen, los fijos discontinuos no figuran.

Y no figuran porque nunca han figurado; es decir, nunca jamás han contado como parados (y es lógico, no son parados porque no están buscando trabajo). Aún así, el paro tampoco ha bajado por los fijos discontinuos. Ahora mismo, hay menos fijos discontinuos que antes de la reforma laboral. Hay menos que en los últimos cinco años. Así que es falso, tan falso como, de momento, otras profecías apocalípticas sobre las últimas medidas laborales del Gobierno.

Hace dos años, en 2020, en plena pandemia, el gobierno recurrió a los ERTE. A finales de 2020, 755.000 españoles estaban inmersos en uno de ellos y se contabilizaban casi cuatro millones de parados (ahora hay menos de tres). Los ERTE parecían una forma de salvar empleos, pero para el PP iban a mandar a media España al paro. "Esas suspensiones temporales de empleo no pueden arrojar a millones de españoles al paro. Estamos viendo que si los ERTE se convierten en ERE vamos a tener un millón y medio más de parados", denunciaban hace no tanto tiempo Pablo Casado, expresidente del partido, y García Egea, exsecretario general de los populares.

Incluso, llegaron a afirmar que esta medida engrandecería las colas del hambre. La realidad es que no pasó. Otra más: la reforma laboral (la que salió por el voto telemático erróneo del diputado del PP Alberto Casero). Esa ley, para el Partido Popular, era, textualmente, un cambio "objetivamente malo que iba a espantar a las empresas y a la inversión". Lo dijeron así Cuca Gamarra, entonces portavoz del PP en el Congreso, y hasta Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid: "Este real decreto corre justo en sentido contrario a las nuevas realidades del mercado de trabajo".

Una vez más, falló la bola cristal: se aprobó en febrero y en lo que va de año ya se han creado más de 400.000 puestos de trabajo. Y última profecía: la subida del Salario Mínimo Interprofesional. El Gobierno de Coalición lo ha ido subiendo sucesivamente hasta los 1.000 euros al mes (antes estaba en 700). Para el Partido Popular, disminuiría la prosperidad, destruiría el tejido productivo y heriría de muerte al empleo. Pero no, el paro no ha subido. Y se ha demostrado que Ayuso no tenía razón cuando aseguraba que "van a arruinar otra vez a los mismos como con el SMI".