Pedro Sánchez, junto al primer ministro irlandés, Leo Varadkar, ha lanzado una ofensiva sin precedentes hacia Israel a través de una carta dirigida a la Comisión Europea. Este documento pide con urgencia que se examine si Israel está vulnerando los derechos humanos y la democracia en Gaza, especialmente ahora que Netanyahu pone sus ojos en el corredor 'Philadelphia', una vía crucial para la Franja de Gaza que hasta ahora había permanecido fuera del alcance de Israel desde los tratados de paz de 1979.

La misiva, cargada de intención y no exenta de polémica, plantea una revisión de los acuerdos comerciales entre Europa e Israel. Estos acuerdos, basados en el respeto mutuo por los derechos humanos, podrían verse amenazados si se demuestra que Israel los ha infringido. La contundencia de este acto no solo muestra la firmeza de Sánchez y su colega irlandés ante las injusticias, sino que también pone en la mesa de negociaciones el poder económico como herramienta de presión diplomática.

No obstante, el camino hacia la imposición de cualquier sanción o revisión del tratado se antoja complicado. La estructura de la Unión Europea requiere la unanimidad de sus miembros para aprobar este tipo de medidas, y países como Alemania, Austria, Hungría y la República Checa podrían erigirse como muros infranqueables contra cualquier acción que perjudique a Israel. Este obstáculo evidencia la complejidad y las divisiones internas de la Unión Europea cuando se trata de tomar posturas firmes en el ámbito internacional.

Sin embargo, el simple acto de presentar la carta ya es en sí mismo un mensaje poderoso. Por primera vez en casi un cuarto de siglo, se pone sobre la mesa de la Unión Europea la cuestión de los derechos humanos en Israel, obligando a las instituciones y a los Estados miembros a posicionarse sobre este espinoso asunto.

Más allá de las posibles repercusiones prácticas, España e Irlanda, con el apoyo tácito de otros países sensibilizados con la causa palestina buscan generar un debate necesario y posiblemente redirigir la política europea hacia un compromiso más activo y visible en conflictos internacionales como el de Gaza.