El futuro de las centrales

Nucleares sí o no: las claves para entender el debate energético en España

¿Por qué es importante?
España debe analizar con detalle los pros y contras de prolongar la vida de sus nucleares o apostar decididamente por las energías renovables. La decisión implica evaluar la capacidad energética, el coste económico, los riesgos ambientales y el impacto social.

Nucleares sí o no: las claves para entender el debate energético en España

Mientras países como Bélgica han decidido derogar la ley que obligada a abandonar la energía nuclear en 2025, y Dinamarca estudia levantar la prohibición vigente desde 1985 para incorporar pequeños reactores modulares, España se enfrenta a una encrucijada energética que exige una decisión clara y fundamentada.

El cierre programado de la central nuclear de Almaraz en 2027 abre un debate: ¿debería España prolongar la vida de sus centrales nucleares o apostar por acelerar la transición hacia las energías renovables? La cuestión es más compleja de lo que parece, ya que involucra múltiples factores técnicos, económicos y ambientales.

Capacidad renovable vs. necesidad energética

España goza de un gran potencial en energía solar, eólica e hidráulica, recursos que ya generan una parte importante de su electricidad y que se proyecta que puedan aumentar significativamente en los próximos años. Sin embargo, el verdadero desafío reside en la capacidad para almacenar esa energía y garantizar su suministro constante, especialmente en momento de baja generación renovable.

Si España logra aumentar su capacidad renovable y sistemas de almacenamiento, el cierre de centrales nucleares podría suponer una reducción del coste eléctrico para los consumidores, ya que la energía renovable es la más barata. Pero si la transición no se realiza a tiempo, la demanda energética tendrá que cubrirse con fuentes fósiles, principalmente gas natural, lo que podría elevar los precios y aumentar la dependencia energética exterior.

El factor económico: costos y rentabilidad

El desmantelamiento de las centrales nucleares no es solo un proceso técnico complejo, sino también una cuestión económica de enorme envergadura. Los costes para desmontar las plantas y gestionar los residuos nucleares, altamente peligrosos y con una vida útil que se extiende por miles de años, ascienden a miles de millones de euros. La última estimación para España ronda los 28.000 millones.

Estas cargas financieras recaen sobre las compañías eléctricas, que a su vez buscan condiciones favorables para cualquier posible prórroga de la vida útil de las centrales. Pero las eléctricas españolas no han solicitado oficialmente esa prórroga, lo que indica que, por ahora, no ven rentable prolongar la vida de sus nucleares sin ayudas específicas o modificaciones regulatorias.

Además, las centrales nucleares representan un importante motor económico para las zonas donde se ubican, generando empleo directo e indirecto y aportando ingresos fiscales. Esto añade un componente social que también debe ser tenido en cuenta en la toma de decisiones.

Riesgos y preocupaciones ambientales

Más allá del coste y la rentabilidad, el debate debe incorporar los riesgos asociados a la energía nuclear. Los residuos radiactivos suponen un problema ambiental de larga duración, y los posibles accidentes, aunque improbables, pueden tener consecuencias catastróficas para la salud y el medio ambiente.

Estos riesgos generan preocupación social y política, y explican en parte la resistencia a ampliar o mantener la energía nuclear en países como España, donde la opinión pública es más reticente a esta fuente energética que en otros países europeos.

Un panorama europeo diverso

La decisión de Bélgica, Dinamarca, Italia, Países Bajos o Suecia de prolongar o reconsiderar la energía nuclear se enmarca en un contexto europeo marcado por la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania. Para muchos de estos países, la energía nuclear es una forma de garantizar independencia energética y estabilidad frente a la volatilidad de los precios del gas y el petróleo.

España, en cambio, cuenta con una gran ventaja: un clima y recursos naturales que favorecen el desarrollo de energías limpias y abundantes. Por ello, ni el Gobierno ni las eléctricas contemplan ahora la posibilidad de ampliar su parque nuclear.