Fumata negra
El juego está en marcha: los cardenales abren el tablero de negociaciones
¿Qué está pasando? Tras la falta de consenso en la primera votación, comienza la verdadera lucha por el papado, con debates y alianzas que marcarán el futuro de la Iglesia.

El humo negro ha emergido una vez más sobre la Capilla Sixtina, confirmando que, por ahora, no tenemos papa. Pero lo que parecía un proceso cerrado ha dado paso a nuevas dinámicas, abriendo las quinielas y dejando claro que las negociaciones están lejos de haber terminado. Los cardenales, quienes tienen la responsabilidad de elegir al nuevo pontífice, se enfrentan a un periodo de intensos debates y alianzas estratégicas que podrían definir el futuro de la Iglesia.
Con la primera votación ya realizada y sin consenso, ahora comienza la verdadera lucha por el liderazgo. Es el momento de los intercambios informales, de las cenas en Santa Marta, donde se discutirán las primeras impresiones y se tejerán nuevas alianzas. En esos encuentros, la tensión será palpable, pues las mesas redondas y los cafés se llenarán de conversaciones sobre el posible candidato más votado, pero también sobre qué candidato podría recibir el apoyo de los demás.
El cónclave, que en su origen se presenta como un espacio de deliberación aislado, es también un lugar donde se filtran pocas informaciones, pero en ocasiones algunas historias de esas conversaciones han llegado al público una vez terminado el proceso. Mientras tanto, el portavoz del Vaticano se mostró firme en no dar detalles: "No pregunten por la fumata", insistió, dejando claro que el misterio no se desvelará hasta que los cardenales lleguen a un acuerdo.
Los cardenales ahora se enfrentan a un complicado dilema: ¿apoyar al candidato con más votos o hacer apostar por una figura menos conocida, pero con mayor consenso? El proceso está lleno de intriga, donde incluso aquellos con menos apoyo pueden convertirse en piezas clave para lograr el equilibrio necesario y llevar al candidato adecuado al papado.
El cónclave está lejos de ser un proceso sencillo. Cada voto cuenta, y cada movimiento es un delicado equilibrio que podría alterar el futuro de la Iglesia. ¿Quién se alzará finalmente como el nuevo papa? Las apuestas están abiertas, y los cardenales tienen ahora la palabra.