¿Cuándo y dónde?

Irán y sus células durmientes: la red global de atentados que siembra el terror desde los 80 y sigue activa en la sombra

El contexto Según NBC, Irán habría comenzado a activar células durmientes de espías y asesinos dentro de Estados Unidos, infiltradas durante años y listas para actuar, una táctica que ya usaron antes con resultados mortales.

Irán y sus células durmientes: la red global de atentados que siembra el terror desde los 80 y sigue activa en la sombra

Desde bombas que sacudieron Beirut hasta ataques en París y Buenos Aires, Irán ha tejido una red de violencia y atentados que ha dejado huellas imborrables en la historia reciente. Con grupos proxy repartidos por Oriente Medio y células durmientes listas para activarse en cualquier momento, Teherán ha demostrado que su influencia va mucho más allá de sus fronteras.

Hizbulá es el grupo aliado más fuerte y antiguo de Irán en la región. Con base en Líbano, este movimiento chií ha recibido apoyo constante de Teherán en forma de dinero, armas y entrenamiento. Aunque hoy en día enfrenta un fuerte desgaste por la presión militar israelí, sigue siendo una pieza clave para la influencia iraní.

Otros grupos en la órbita iraní

Además de Hizbulá, Irán respalda a los hutíes en Yemen, quienes reciben drones, misiles y entrenamiento para enfrentarse a la coalición liderada por Arabia Saudita. En Irak, las milicias chiíes cuentan con respaldo iraní desde la década de 1980, consolidándose como actores decisivos en la política y seguridad del país.

En Gaza, grupos como Hamás y la Yihad Islámica también están muy ligados a Irán, recibiendo financiamiento y tecnología para sus operaciones, especialmente en el actual conflicto en la franja.

Células durmientes en todo el mundo

Una de las características más peligrosas del entramado iraní son las células durmientes: pequeñas redes terroristas que se mantienen en secreto, listas para activarse cuando se les ordene. Estas células han sido responsables de numerosos atentados, especialmente durante las décadas de los 80 y 90.

El primer gran ataque ocurrió en 1983, cuando Hizbulá, con apoyo iraní, colocó una bomba en la embajada de Estados Unidos en Beirut, matando a 63 personas. Apenas seis meses después, otro coche bomba explotó frente a un cuartel de marines estadounidenses en la misma ciudad, causando la muerte de más de 300 soldados.

Entre 1985 y 1986, París fue escenario de una ola terrorista: 13 atentados en solo un año golpearon puntos clave de la ciudad, desde grandes almacenes y librerías hasta trenes, el metro e incluso la Torre Eiffel. Estos ataques indiscriminados dejaron 13 muertos y más de 250 heridos.

La influencia iraní llegó también a América Latina. En Argentina, dos ataques terroristas estremecieron a la sociedad: en 1992, un coche bomba destruyó la embajada de Israel en Buenos Aires, matando a 29 personas; y dos años después, otro atentado contra el centro judío AMIA dejó 85 muertos y 300 heridos.

Aunque estas células y grupos han estado menos activos tras las intervenciones militares y operaciones de inteligencia de Estados Unidos y sus aliados, siguen latentes y con la capacidad de reactivarse en cualquier momento. El historial de Irán demuestra que esta amenaza nunca desaparece por completo.