Igualdad precaria
Cuando el desastre es inminente, llega una mujer: así funciona el 'acantilado de cristal' en política, empresa y deporte
La otra cara Mientras los hombres lideran en tiempos de bonanza, a las mujeres se les da el poder cuando no hay margen, cuando ya se han tomado todas las decisiones clave y cuando lo más probable es que todo termine en fracaso.

El PSOE ha elegido a Rebeca Torró como nueva secretaria de Organización del partido, el temido y poderoso 'número tres'. Sustituye a Santos Cerdán, que dimitió tras verse arrastrado por la trama de mordidas y contratos amañados en el caso Koldo-Ábalos-Cerdán. Este mismo lunes ingresaba en prisión provisional, dejando a la dirección del partido al borde del colapso.
En medio del terremoto, Pedro Sánchez mueve, ficha y coloca a Torró como parte del primer movimiento serio de reestructuración interna. Justo antes del comité federal de este sábado, y en plena tormenta. Pero más allá del nombre, la pregunta que ya circula es otra: ¿es esta una apuesta real por el liderazgo femenino o estamos, una vez más, ante un 'acantilado de cristal'?
¿Qué es eso del 'acantilado de cristal'?
El concepto no es nuevo, ni una moda de redes. Lo acuñaron en 2004 las investigadoras Michelle Ryan y Alex Haslam, de la Universidad de Exeter. El 'glass cliff'('acantilado de cristal') es una metáfora que describe lo siguiente: las mujeres solo acceden a puestos de liderazgo cuando la situación es tan mala que nadie quiere asumir el riesgo.
En otras palabras: cuando hay crisis, incertidumbre, desgaste o peligro de hundimiento… entonces es cuando se les da una oportunidad. Pero no para brillar, sino para intentar salvar lo que queda. Sí, lo consiguen, perfecto. Si fracasan, era previsible. Y el liderazgo masculino puede volver a escena como tabla de salvación.
Rebeca Torró no hereda un cargo estable ni cómodo. Hereda un cargo envenenado, en medio de una investigación judicial abierta, una ola mediática devastadora y un partido que empieza a temer por su estabilidad.
Cuando las mujeres solo lideran el naufragio
No sería la primera vez que ocurre. La política reciente está llena de ejemplos:
- Inés Arrimadas asumió el liderazgo de Ciudadanos justo después de la debacle electoral de 2019. Rivera se fue; ella se quedó. El partido tenía diez diputados y un futuro prácticamente imposible. Su figura se desdibujó y el proyecto acabó hundido.
- Theresa May llegó a ser primera ministra del Reino Unido en el peor momento imaginable: el país dividido por el Brexit, la economía temblando y la clase política hecha trizas. Heredó el desastre que dejó Cameron. Aguantó un año, con constantes zancadillas internas, hasta que dimitió.
- Kamala Harris, el ejemplo más reciente. Biden se resiste a dejar paso, pero su candidatura se tambalea tras un debate desastroso. Las encuestas dan ganador a Trump. Cuando la situación se vuelve insostenible, todas las miradas se giran hacia ella.
- Selección española femenina de fútbol: Rubiales y Vilda protagonizan un escándalo internacional. Solo entonces, tras la dimisión forzada y una imagen pública por los suelos, se nombra por primera vez a una seleccionadora. Cuando todo arde, entonces llega la mujer.
Lo mismo ocurre en el mundo empresarial: estudios demuestran que muchas mujeres acceden a la dirección de grandes empresas después de años de malos resultados, cuando los hombres se apartan o son apartados. A ellas se les encarga lo imposible: gestionar desde la ruina, reconstruir, tapar agujeros… y sin apenas red.
Rebeca Torró: ¿apuesta real o comodín de crisis?
Nadie discute la valía de Rebeca Torró. Tiene experiencia institucional, preparación técnica y buen cartel dentro del partido. Se le atribuye carácter, solvencia y un perfil "ministeriable". No es una desconocida ni una elección improvisada.
Pero la pregunta no es si ella está preparada. La pregunta es: ¿por qué justo ahora?