Los disparos del último tiroteo en EEUU salieron de un arma muy concreta: un AR-15. Este rifle de asalto se ha convertido en el arma preferida de los tiradores en masa. La favorita, no solo de los civiles estadounidenses, sino de coleccionistas y tiradores deportivos a pesar de que se creó para uso militar.

Su origen se remonta a la década de los 50, para sustituir el anticuado armamento del Ejército estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial. Se estrenó en combate durante la guerra de Vietnam. Y en 1963, se presentó en el mercado una versión semiautomática para uso civil. Estuvo prohibida durante la década en la que se vetaron las armas de asalto en Estados Unidos: entre 1994 y 2004.

Desde entonces, se ha convertido en elemento de dotación de numerosos ejércitos y fuerzas de seguridad, con una diferencia: los suyos son automáticos, disparan balas hasta que deja de presionarse el gatillo. Los que tienen muchos norteamericanos en sus casas, proyectan una bala por cada vez que se presiona.

Accionado por gas, tiene un alcance de entre 400 y 600 metros y una capacidad de fuego de 750 disparos por minuto. Muchas balas a gran velocidad, con rondas de hasta 100 proyectiles sin tener que recargar el arma. Con mucho menos rebote y sonido que sus predecesores, es más fácil de usar y versátil a la hora de instalar accesorios, como linternas, punteros láser o lanzagranadas.

Por sus características, se ha convertido en el fusil de asalto más vendido en Estados Unidos. A su alta velocidad, se unen sus dimensiones y apenas tres kilos de peso, pero sobre todo, su letalidad. Un agresor con un AR-15 puede herir y matar al doble de personas que con un rifle convencional o una pistola. Balas muy pequeñas, con una trayectoria inestable que al penetrar en el cuerpo humano causan lo que se llama "efecto explosión". Destrozan los tejidos haciendo prácticamente imposible la recuperación de la víctima.

A pesar de esto, cualquier ciudadano puede adquirirlo con la simple condición de ser mayor de edad. Según un estudio, 16 millones de estadounidenses, uno de cada 20, tiene en su casa, en su garaje o su trastero al menos una de estas armas. El precio de un AR-15 suele oscilar entre los 900 y los 2.000 dólares. Pero se pueden conseguir por internet por menos de lo que cuestan muchos móviles, unos 600. Por todo eso, se ha convertido en el arma preferida de los causantes de las mayores masacres desde 2012. Como Salvador Ramos, autor de 21 muertes en una escuela de primaria en Uvalde, Texas. La había comprado un día antes, al cumplir los 18 años.

Empuñando ese rifle, también la tiradora de la escuela de Nashville, en Tennessee. Causó seis muertos en uno de los tiroteos más sangrientos de los últimos meses. Ya entonces, Biden instó al Congreso a prohibir los rifles de asalto en el país. Pero frente a él, quien pretende lo contrario: congresistas republicanos impulsando leyes para hacer honor a algo así como "su escopeta nacional".