Alemania ha decidido poner fin a la financiación pública de los productos homeopáticos por parte del sistema de salud. Una decisión que se fundamenta en la ausencia de pruebas científicas robustas que respalden la eficacia de estos tratamientos, más allá del efecto placebo.

Aunque en España se venden en las farmacias productos homeopáticos que prometen curar la ansiedad o el malestar con ingredientes como partículas de tarántula europea o de sepia común, en nuestro país no los sufraga el sistema público de salud. Ahora, Alemania se posiciona en esta línea, pese a su larga tradición con la homeopatía.

La controversia en torno a los productos homeopáticos en el país centroeuropeo, no obstante, no era tanto una cuestión de gasto: allí, el coste de estos productos para el sistema de salud ronda los 20 millones de euros anuales, lejos de los 40 o 50.000 millones de euros en medicamentos. No obstante, los alemanes se gastan de su propio bolsillo cerca de 500 o 600 millones de euros en productos homeopáticos cada año.

Lo cierto es que en Alemania la tradición de estos tratamientos está muy asentada porque el país es la cuna de la homeopatía: a finales del siglo XVIII y principios del XIX, el doctor alemán Samuel Hahnemann desarrolló la idea de que aquello que te puede perjudicar, te puede también sanar.

A partir de ahí, surgió el principio de la homeopatía, que lleva a que hoy en día podamos encontrar productos homeopáticos basados en el café para sanar el insomnio, por ejemplo. También productos basados en la saliva de perro para curar la hiperactividad de los niños o en la tarántula para tratar las infecciones que puede provocar un insecto y también, y lo que es más peligroso, encontramos en algunas páginas insinuaciones de que la homeopatía sirve para tratar el cáncer, lo cual no es cierto.

¿Cuál es la situación en España? En nuestro país, puedes comprar productos homeopáticos en la farmacia si un médico te los ha prescrito, con un IVA reducido como con cualquier otro medicamento, pero no encontrarás para qué sirve en el prospecto o en la caja, porque no hay nada comprobado sobre su eficacia. A la Administración española, con que el producto no mate ni intoxique, le basta.