California ha dado un paso hacia la sostenibilidad al aprobar la práctica de la "reducción orgánica natural", un método innovador que permite transformar los cuerpos humanos en abono tras la muerte. Este proceso, que dura aproximadamente dos meses, comienza al colocar el cuerpo en un recipiente de acero, donde se alternan capas de paja, alfalfa y virutas de madera. A través de un sistema de bombeo de aire, los microbios descomponen el cuerpo de manera eficiente y natural.
Una vez finalizado el proceso, las familias reciben una bolsa de abono que se asemeja a las que se pueden adquirir en viveros, proporcionando así un legado ecológico a los seres queridos. Los defensores de esta práctica aseguran que la reducción orgánica natural genera menos contaminación que la incineración y representa una opción más asequible para las familias.
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En un contexto donde se espera que el 20% de la población estadounidense viva en estados que permiten esta práctica en los próximos años, el cambio hacia métodos de disposición de restos más sostenibles parece estar tomando impulso.