Familias sin justicia

50 años sin respuestas y con el dolor todavía muy presente: la búsqueda interminable de los desaparecidos del franquismo

Los detalles Muchas familias siguen recorriendo pueblos, cementerios y ríos intentando encontrar a padres, hijos o abuelos desaparecidos. Entre pistas contradictorias, fosas vacías y recuerdos transmitidos por quienes vivieron los hechos, el dolor y la búsqueda de justicia continúan intactos.

50 años sin respuestas y con el dolor todavía muy presente: la búsqueda interminable de los desaparecidos del franquismo

50 años después de la muerte de Franco, todavía hay familias que no saben dónde están los suyos. Los mataron, los desaparecieron, y sus restos siguen perdidos. El dolor no se fue con Franco; muchas heridas siguen abiertas, vivas, sangrando.

Manuel García Caparrós tenía 18 años cuando lo asesinaron por la espalda en Málaga, en 1977, mientras se manifestaba por la autonomía andaluza. Casi medio siglo después, sus hermanas han logrado acceder a documentos del Congreso que podrían contener el nombre del policía que lo mató. 50 años buscando justicia, y por fin una pista.

Pero hay más historias igual de desgarradoras. Marcelino, Mariano y Andrés, un padre y sus dos hijos, fueron fusilados en septiembre de 1936 en Tierga, Zaragoza. Se creía que estaban enterrados en el cementerio del pueblo, pero al excavar… nada. Nadie sabe dónde están. Tal vez los tiraron al río cercano. La nieta de Marcelino, que tenía un año cuando mataron a su abuelo, ha dicho que quiere que sus cenizas se lancen allí, para estar cerca de quienes nunca conoció.

Los hermanos Guerrero González, de Nerva, Huelva, también desaparecieron. Miguel fusilado en 1936, Antonio en 1944, Ubaldo simplemente desapareció. Sus restos podrían estar en fosas en Sevilla o Madrid… o podrían haberse perdido para siempre. Solo pruebas de ADN podrían arrojar alguna certeza, pero el tiempo juega en contra.

Y Alfredo Ramos, maquis en Cáceres, luchó contra Franco hasta que lo mataron en combate. Se pensaba que estaba enterrado en Torremenga… pero nada. Excavaciones vacías, silencio absoluto.

¿Por qué no aparecen? Porque no hay registros, porque los pocos que había se perdieron o se mintió sobre ellos. Porque los cuerpos se movieron, se escondieron, se borraron. Porque durante décadas, las familias callaron por miedo. Porque no era costumbre buscar los cuerpos… y ahora, con el tiempo pasando, encontrar la verdad es casi imposible.

Cincuenta años después, el dolor sigue vivo. Para muchas familias, la dictadura no terminó con Franco: solo dejó preguntas, desapariciones y un vacío imposible de llenar. Y mientras los restos siguen sin aparecer, la memoria y la justicia siguen siendo una lucha que nadie puede dar por perdida.

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