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El sufrimiento de la familia de una de las niñas desaparecidas de Aguilar de Campoo: "Mi marido se volvió loco"
El 23 de abril de 1992 Manuela Torres y Virginia Guerrero, de 13 y 14 años, desaparecieron sin dejar rastro. Varios testigos las vieron subirse a un coche, aunque nunca se pudo esclarecer lo que pasó con ellas.

Es una de las desapariciones más sonadas de la historia negra de España. El 23 de abril de 1992 Manuela Torres y Virginia Guerrero, de 13 y 14 años, se esfumaron sin dejar rastro cuando iban de Reinosa a Aguilar de Campoo. Hasta cuatro testigos aseguran que las vieron subirse en la ciudad cántabra a a un Seat 127 blanco que conducía un hombre.
En un especial de Equipo de Investigación de 2018, Chari Mendia, amiga de las niñas, recordaba la conversación que tuvo con sus amigas. Ellas le comentaron que iban a Reinosa "a una discoteca que decían que estaba muy bien y que estaba de moda". "Nos dijeron que iban en tren, pero que volvían a dedo. Yo les dije que no, que no venía a dedo. Nos fumamos un cigarro en el parque y se fueron. Así hasta hoy", afirmó Chari. Manuela y Virginia deciden ir sin el permiso de sus padres
A las 18:20 horas el tren llega a Reinosa y Virginia y Manuela se dirigen a la zona de bares. A las 20:00 horas deciden volver a casa y caminan hasta la carretera comarcal. Es allí cuando varios testigos las ven por última vez subiéndose a ese Seat 127 blanco.
Además, la madre de Manuela Torres contaba entonces el terrible sufrimiento que viven en su familia desde aquel día: "Mi marido se volvió loco y a raíz de eso no pudo trabajar, se quedó en el psiquiátrico ingresado. Es una condena perpetua".
*El contenido al que hace referencia la información forma parte de un programa de Equipo de Investigación de 2018.
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