Ángel García Almagro, de 58 años, es un guardia civil retirado que pesaba 101 kilos y se sometió a un bypass gástrico en una clínica en Turquía. Las secuelas para él fueron terribles ya que acabó con un duodeno perforado, es decir, con el intestino perforado. Su experiencia fue lo peor, según cuenta en Equipo de Investigación, donde narra todos los detalles de la operación desde que entró en quirófano: "cortinas transparentes como la de los congeladores" y una persona con "un estropajo dándole a la laparoscopia".

Estuvo en un consulta y al día siguiente ya estaba operado. "Me metieron en el quirófano, bueno si se puede llamar quirófano", señala, y añade que en esa sala de operaciones tenía "cortinas transparentes igual que tienen los congeladores y una mesa del mortuorio". "Vi a una persona con un estropajo dándole a la laparoscopia...y dije 'Dios mío', pero ya me quedé fritico. Cuando me desperté, estaba operado". Ángel tras esta operación se sentía mal y acudió a urgencias, donde con una simple radiografía le diagnosticaron duodeno perforado, una "apertura de duodeno de más de 2cm". Estuvo cinco días en la UCI y 35, ingresado.