Los venezolanos adquieren una media de 5 pisos al mes en la capital, y muchos inversores no dudan en elegir España para llevar a cabo sus negocios. El hecho de que la inversión en Venezuela esté descartada y las coincidencias culturales son algunas de las claves de que esto suceda.
El empresario venezolano José Roberto Rincón Bravo ha comprado inmuebles en España valorados en 30 millones de euros. Es un 'bolichico', un miembro joven de la sociedad venezolana que se transformó en millonarios en poco tiempo e invirtió esos capitales en países como España. Rincón Bravo está investigado por blanqueo de capitales.
Comprar una vivienda en Madrid o Barcelona es 10 veces más barato que hacerlo en ciudades como Pekín y en Shanghai, según explican desde una inmobiliaria china. Además, si adquieren inmuebles por más de 500.000 euros, estos inversores pueden conseguir un permiso de residencia, motivo por el que pisos de 450.000 euros encarecieron su precio hasta esta cifra.
Una familia obligada a abandonar su casa: "Nos tenemos que ir a un sitio más lejano, más feo y que es máscaro"
Cada vez más vecinos se ven obligados a dejar sus casas en el centro tras la compra de su edificio por un inversor extranjero. Es la otra cara del negocio inmobiliario y el precio de vivir en las afueras se traduce en que los empleen una media de 187 horas al año para acudir al trabajo.
El grupo de inversión Fidere adquirió 1.000 viviendas públicas en la Comunidad de Madrid y ahora los vecinos denuncian que no pueden afrontar la compra de los pisos a los que aspiraban. Algunos de ellos nos cuentan sus dificultades.
En la década de los 90, Bill Browder creó el mayor fondo de inversión en Rusia y en la actualidad tiene prohibida la entrada al país. Según afirma, hay mucho dinero negro procedente de la corrupción invertido en el sector inmobiliario español para poder blanquearlo.
5 años después de la desaparición...
Así encontró un cazador los cadáveres de Antonio Quesada y Ana María Artiles tras su brutal asesinato: "El cráneo se partió en dos"
Cinco años después de la desaparición de Antonio Quesada y Ana María Artiles, un cazador encuentra sus cuerpos en un paraje abrupto y poco transitado. En el Barranco de las Vacas.