Dos mujeres uniformadas, con la palabra politur en su gorra, patrullan entre los turistas en el casco antiguo de Santo Domingo, uno de los países con mayor trata de mujeres y menores. Jalis de la Serna habla con estas dos religiosas de la Orden de Oblatas, Angélica Segoviano y Miladys, esta última, sobreviviente de trata, que trabajan para "apoyar a las mujeres en situación de prostitución, tráfico y trata de personas". "Muchas de ellas no han tenido oportunidades de estudiar y las estamos invitando para que aprendan un oficio", explica Angélica.

Mientras pasean por la ciudad, Angélica destaca a Jalis de la Serna que "algunas veces podrá ver turistas que tienen su dama de compañía" a plena luz del día y sin importar la hora. Incluso, ven cómo varias mujeres están sentadas en la calle "esperando a algún cliente". Incluso, Jalis de la Serna, que comienza a reparar en posibles casos a su alrededor y pregunta a las mujeres. "Es jovencita y se ve que ella es dominicana o puede ser haitiana, y él es un turista, ¿verdad? que están ahí tranquilamente tomando un café, una cerveza, platicando", afirman las mujeres.

Y es que Jalis, alucinado, no para de ver casos en plena calle. "Es muy común que ellas ni siquiera reconozcan que son usadas, que son explotadas o como mercancía. Te dicen 'no, es que yo lo hago con toda mi libertad y con toda la voluntad', pero no es así", afirma Angélica Segoviano, que explica a Jalis de la Serna cómo en los locales que tiene a su izquierda están "aparentemente vendiendo artículos, pero en realidad no es así. Arriba son zonas de prostitución".

En ese momento, Jalis de la Serna ve a "un señor de cierta edad, con dos niñas pequeñitas". "Anda entreteniendo a los nietos, pero le está enseñando al joven cómo encontrar una presa aquí", detalla Miladys.