"Llevamos un rato esperando", se quejan unos clientes que se encuentran en la puerta del local. Dariela no ha ido a recibirles porque estaba demasiado ocupada echándole imaginación a la carta de Toro Burger y perdiéndose en explicaciones y precios inventados.
Su jefe, camuflado de aprendiz, ha presenciado toda la escena y ahora también es testigo de este patinazo. "No soporto ver a clientes esperando, mucho menos en la puerta sin recibir la bienvenida", se queja ante las cámaras de El Jefe Infiltrado. Cuando los comensales ocupan finalmente sus sitios, Dado Lima comprueba que la capacidad de su empleada para intentar cobrar de más a sus clientes es poco menos que asombrosa. Al preguntarle que si pueden cambiar la carne de la hamburguesa, ella les asegura que "tiene uncoste extra de 3 euros".
"No sé si río o si lloro. Es que no hay coste extra en cambiar hamburguesa de vacuno, con hamburguesa de pollo, con hamburguesa vegana. ¡Es todo lo mismo! ¡Cambia uno por otro!", exclama el jefe cuando Dariela no puede oírle.
La camarera vuelve a cometer el mismo error y a eternizarse divagando por los ingredientes de las hamburguesas y los precios, tanto, que la comida de los primeros comensales ya ha salido de cocina y ella no se ha dado cuenta. Dariela recibe un toque de atención de su encargada, que tiene que ir ella misma a entregar los platos que la camarera ha olvidado. "Ni siquiera les habías dado los entrantes", le recrimina.
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La trabajadora intenta disculparse ante las cámaras, aunque no es consciente de que su chivo expiatorio no es otro que su jefe: "Me he despistado, pero claro, el tiempo que yo estaba invirtiendo era más en Marco que en atender a los clientes y eso se tiene que notar".
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El jefe infiltrado se enfrenta a una empleada por saltarse la ley: "¿Sabes que eso está prohibido?"
Héctor Pérez, dueño de Forno de Lugo, se quitó la máscara el día de las revelaciones tras su infiltración en la empresa. El jefe infiltrado reveló su verdadera identidad y tuvo que hacer frente a algunas situaciones bastante tensas.