Dado Lima, el jefe infiltrado de Toro Burger, está empezando a perder la paciencia con Lara, la encargada más joven de la compañía. Acaba de descubrir que en el local no hay existencias de uno de los "entrantes estrella", los nachos, y eso le ha puesto algo nervioso. "Es que no puedo estar al loro de todo", reconoce ella con un gesto de fastidio. El jefe comprueba que Lara pone más empeño en buscar culpables que en tener todo en orden.
Ahora, ha llegado el momento de enfrentarse al soplete. Lara enseña a su aprendiz, que es en realidad su jefe, a flambear una hamburguesa. "Prefiero que las flambeemos aquí y luego ya se las damos a las clientas. Es tu primer día, no vaya a ser que salgamos todos quemados", razona. "Ten cuidado, porque están cargados por el diablo. Esto es como la ruleta rusa. Un día te puede tocar el malo y otro el malo", le advierte.
"Abrimos gas", dice segundos antes de que salga una llamarada inmensa de golpe. "¿Ves? Te puede pasar eso". Lara lo vuelve a intentar y vuelve a sucederle lo mismo, con lo que concluye que el soplete está mal y no quiere dejárselo probar a su 'aprendiz'. "A mi riesgo", dice para convencerla.
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'Marcos' usa la llave trasera que modula la salida de gas. "Pues resulta que a mí me sale bien, ¿eh?", le dice con chulería. "El soplete no está mal, el problema es que tú no sabes utilizarlo bien".
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El jefe infiltrado se enfrenta a una empleada por saltarse la ley: "¿Sabes que eso está prohibido?"
Héctor Pérez, dueño de Forno de Lugo, se quitó la máscara el día de las revelaciones tras su infiltración en la empresa. El jefe infiltrado reveló su verdadera identidad y tuvo que hacer frente a algunas situaciones bastante tensas.