Sin su frondoso tupé (que, recordemos, era sintético), con gafas y con pintas de rockero. Dado Lima, el creador de Toro Burger, se dirige a su casa para despedirse de su familia tras haber pasado por las manos y la afeitadora de Dani. Por delante le queda una larga semana en El Jefe Infiltrado, en la que tendrá que trabajar codo con codo, aprender de sus empleados y descubrir si todo funciona como él pretende.
Dado presenta su cambio de imagen ante su mujer y su hija que no responden demasiado bien al verle. "Mi mujer, por su mirada, que la conozco, sé que me vio muy feo", reconoce ante las cámaras. "He encontrado a mi marido muy raro. Parecía un rockero de 60 años", confiesa Rafaela, su esposa.
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Pero no es la única que no le ve con buenos ojos. Su hija está conmocionada y asustada. Ni siquiera quiere acercarse a darle un beso de despedida a su padre y huye despavorida en cuanto él se acerca. "Me duele mucho ver que mi niña sufre con lo feo que estoy", lamenta.
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