Amparo Salmón, directora adjunta de La Ermita y jefa infiltrada, pasa un día con Aitor, uno de los repartidores de su empresa.

Desde primera hora de la mañana las cosas no salen como deberían y, antes de arrancar, Aitor comete varias infracciones graves.

El repartidor carga la furgoneta más de lo conveniente y empieza el reparto tarde. Incluso apunta que: "si no da tiempo, dejamos algún reparto para mañana". A la jefa, en cambio, no le convencen las excusas de Aitor: "para la cantidad de trabajo que decía que había, no veía que espabilara".

Pero no todo iba a ser negativo. Amparo comprueba que su repartidor tiene buen trato con los clientes y es consciente de que él mismo es imagen de la marca para la que trabaja.

Sin embargo, la calma no dura demasiado y en cuanto llegan al primer punto de reparto Aitor vuelve a cometer infracciones: detiene la furgoneta en un carril bus y deja algunos productos en la acera mientras va a hacer el reparto.

Las cosas se tuercen aún más: Aitor decide ir a tomar un café con el cliente, dejando la furgoneta mal aparcada y los productos sin vigilancia. A la jefa esto le inquieta y no puede evitar estar permanentemente pendiente del vehículo.

Otros momentos destacados

Además, la jefa infiltrada conoció a Elena, la cocinera encargada de elaborar el cocido en Casar de Periedo, uno de los productos más importantes para la empresa. Con ella pudo conocer el proceso de elaboración, aunque Elena y su falta de paciencia se lo pusieron complicado.

Amparo también se infiltra con Pili y Vidal, una pareja de ganaderos muy exigentes. La jefa infiltrada tuvo que enfrentarse a sus miedos en su primer contacto con el campo y con las vacas.