La segunda tarea de El Jefe infiltrado de 'Regalo Original' se desarrolla en el departamento de Atención al Cliente, donde el "mal rollo" es el protagonista.
Antonio y Rafaelina, ambos teleoperadores, protagonizan una discusión llena de acusaciones. "No me gusta que me dé consejos porque conozco el producto y le puedo ofrecer alternativas al cliente", dice el empleado.
"Has perdido una venta, no me ignores, has perdido una venta", le insiste su compañera delante del jefe. Un comentario que le sirve al jefe par confirmar el mal ambiente que hay entre los trabajadores.
"Me desagrada ver tanta tensión en un departamento porque pasan muchas cosas ahí, se tienen que ayudar y ver que están predispuestos a la pelea es bastante desalentador", dice El Jefe infiltrado.
Nada más empezar el programa, El Jefe infiltrado sufre una gran transformación que le deja muy sorprendido: "Esta pinta no la he tenido yo en la vida".
Además, El Jefe infiltrado pierde "los nervios" con un trabajadordel departamento de Customización que tiene varios fallos a lo largo de la jornada: "Aburre a las cabras, no sabe lo que tiene que hacer".
En otro momento, Adrián, El Jefe infiltrado, sufre un corte en la manoal cortar un ramo de rosas debido a que el trabajador no utiliza las medidas de seguridad. adecuadas.
En su cuarta jornada de trabajo, El Jefe infiltrado acompaña a Carlos, un repartidor de 'Regalo Original' que se encarga de distribuir los paquetes. En un momento dado, Carlos se equivoca y le canta el 'Cumpleaños Feliz' a la persona que no es: "Ha habido un error".
Por último, llega el día de las revelaciones, donde El Jefe infiltrado descubre a sus trabajadores su verdadera identidad. Incluso, muestra a Adrián su carta de despido: "Hay fallos imperdonables".
Hemeroteca
El jefe infiltrado presencia cómo una camarera intenta cobrar de más a unos clientes mediante tarifas inventadas
Dado Lima, el jefe de Toro Burger, no daba crédito a lo que sus oídos escuchaban. "Coste extra de 3 euros", decía su camarera a unos clientes. Algo, que no era cierto y él sabía... Sin embargo, tenía que callar para no delatarse.