Andrea Ropero entrevista en El Intermedio a Tomás Plaza quien vive con su mujer en una residencia de ancianos de Madrid desde hace once meses. En menos de un año, la pareja ha vivido situaciones bastantes desagradables y ha sido testigo en primera persona de las pésimas condiciones de vida a las que se enfrentan las personas mayores que en ella habitan.

"Qué tristeza ver que aquí no vienes a morir, que este no es tu paraíso final. Vienes a que te maltraten constantemente, a que no haya personal suficiente para cuidarte, a que no te den de comer y te echen basura. Anoche comimos hamburguesa, un trozo de caucho que le metes el cuchillo y que puede hasta saltar el cuchillo. Lo que nos dan no es ni comida, está todo en bote. No hay nada comestible en el 90% de los casos", relata Tomás, que asegura, emocionado, que lo más duro para él es ver sufrir a su mujer.

La falta de personal ha tenido consecuencias desagradables para la esposa de Tomás, que tuvo que aguantar más de una hora con sus necesidades sin limpiar. La situación se agravó además con las altas temperaturas del verano. "Hay plantas que no tenían aire y había habitaciones que estaban a 40 grados".

Aunque los familiares de las personas mayores que habitan en la residencia se esfuerzan en dar voz a los suyos porque, para ellos, es muy difícil explicar lo que ocurre dentro de estos centros, la tónica habitual, asegura Tomás "es tirar las quejas a la papelera", con lo que lanza un mensaje a los políticos: "En sus manos está remediar esto que está pasando. Hay que tomar cartas en el asunto con firmeza y sin permitir que haya quien se aproveche de las circunstancias de intermediar en cosas de esta índole, porque tanto intermediario, pierde mucho dinero el mundo. Y esos señores que hacen que desaparezca, que no se lo lleven, que es de los viejos, que mañana serán ellos los viejos".