En la Cañada Real, 4.000 personas, entre ellas más de 1.800 niños, afrontan su tercer invierno sin luz, calefacción ni agua caliente. Para conocer de primera mano cómo viven esta situación, Andrea Ropero ha podido conversar con algunos vecinos de este asentamiento, el más grande de su clase en Europa.

Entre ellos está Elena, una de las vecinas que lleva más años viviendo en la Cañada Real y que ha tenido que poner unas placas solares y un generador para tener luz, con el coste que ello implica: "Me apaño con las ayudas de mi hijo", afirma.

Por su parte, Antonio tiene una enfermedad pulmonar y necesita un respirador: "Si me quitan la máquina no puedo vivir", afirma este hombre que explica cómo ha tenido que instalar placas solares y un generador para que su aparato funcione, aunque admite que "hay días que no me alcanza el dinero y no puedo comprar gasolina". En el caso de que se ponga enfermo, explica que "no vienen las ambulancias porque está el camino cortado", una situación que preocupa a su hija Azucena, que asegura sentirse "impotente de que les pase algo y yo no pueda llegar a tiempo". En el vídeo sobre estas líneas, se emociona al contar la soledad que siente.