Jorge Domingo tiene 27 años y un brillante currículum, con una carrera de Comunicación Audiovisual y dos másteres. Sin embargo, como tantos jóvenes españoles, arrastra un sinfín de contratos precarios. Ahora, según explica a Andrea Ropero, se encuentra "en plena búsqueda de un trabajo de lo que sea".

"En el que he tenido mejores condiciones ha sido en un bar", apunta Jorge sobre sus empleos hasta la fecha, señalando que, aparte de "contratos puntuales en rodajes", el resto eran con "facturas de falso o autónomo" o bien cobrando en B. Ello, hasta el punto de que recientemente se planteó aceptar una oferta para actuar en una película pornográfica, aunque finalmente desechó la idea: "Me lo planteé bastante", reconoce, no obstante.

En estos momentos, señala, paga el alquiler "con ahorros de cuando era camarero" y una ayuda de sus padres: "Sin eso no podría pagar el alquiler y comprarme las verduras para comer", explica Jorge, que reconoce que esta situación tiene también secuelas psicológicas: "Me veo como al borde de la depresión y me daría mucha rabia que esto pueda conmigo", afirma. Puedes ver su testimonio completo en el vídeo principal de esta noticia.

El "efecto cicatriz" de la precariedad

Andrea Ropero también ha entrevistado a la catedrática de Economía Aplicada Cecilia Castaño, que advierte sobre el "efecto cicatriz" de la precariedad si se prolonga más allá de los primeros años de vida laboral. Puedes ver su explicación de sus consecuencias en este vídeo: