Las tranquilas aguas del río Guadalete, tan "instagrameable" para Boris Izaguirre, fueron testigos de una de las batallas más importantes y trascendentales libradas en la península ibérica. Aquí comenzó Al-Ándalus allá por el año 711. Árabes, visigodos, bereberes... todos se reunieron aquí a luchar por su afán de conquista y para cumplir un mandato religioso.

Poblaciones del norte de África, del Próximo Oriente y de Arabia llegaron hasta sus riberas para plantar cara a los reyes visigodos que gobernaban en la zona en aquella época. Pero no solo ellos fueron parte del bando contrario. El ejército visigodo contaba con 'traidores' dentro de sus filas.

"Había una guerra civil entre el rey don Rodrigo y sus enemigos, los partidarios del difunto rey Witiza. Y estos últimos fueron los que solicitaron la ayuda de estas poblaciones musulmanas", cuenta Manuel Parodi, doctor en Historia del Mundo Antiguo en la Universidad de Cádiz al presentador de 'Desmontando'. Una "muy mala idea" a su juicio. "Estaban llamando a sus enemigos.

"Fíjate que el asalto se produce el año 711, que es cuando cruza Tarik, el Estrecho de Gibraltar, y, para el año 713, al cabo de, qué sé yo, año y medio, ya han conquistado Toledo, que es la capital del Reino Visigodo. Los líderes sobre el terreno eran Tariq, que era un gobernador musulmán del norte de África y que residía en Tánger, y Musa". Aunque don Rodrigo llegó tan rápido como pudo, no consiguió para "lo que le venía encima".

Aunque se encuentren ahora en Arcos de la Frontera, Cádiz, no se puede precisar con exactitud en qué lugar se desarrolló la batalla. "En cualquiera de estos sitios pudo haber pasado. La historiografía tradicional, no termina de ubicarla".

Don Rodrigo, cuenta el historiador, "llegó, vio y perdió. Como ya os adelantábamos unas líneas más arriba "en la batalla, una parte del ejército visigodo traiciona al rey Rodrigo, lo abandona (...) hay una parte del ejército visigodo que se decepciona, se va,

traiciona al rey y se produce la debacle del ejército visigodo.

Y es que, el monarca se había hecho con el poder de forma violenta "y, claro, se la tenían jurada los que ahora eran sus supuestos aliados". "Aprovecharon la situación y le traicionaron en el último momento. El ejército musulmán había jugado "más que bien" sus cartas y había buscado "alianzas y traiciones" en el otro bando. Así es como consiguieron la victoria.