Manuel comenzó a observar hace un año que su gata Ellie no tenía pelo en la tripa. Al ver bajo microscopio las puntas rotas del pelo por espículas de la lengua se podía intuir que Ellie se lamía por picor, lo que podría tratarse de una alergia.

Al no existir pruebas sanguíneas para las alergias alimentarias, la veterinaria experta en medicina felina Ana Anglada le prescribió una dieta de eliminación, basada en alimentos sin determinados ingredientes, que descartó este tipo de alergia.

Afortunadamente sí existen pruebas sanguíneas para alergias ambientales, que en el caso de Ellie dieron positivo a ácaros. Desde hace tiempo está siendo tratada satisfactoriamente con inmunoterapia, una vacuna específica para su alergia que siendo administrada de manera progresiva y en bajas dosis, han conseguido que el sistema inmunitario de Ellie se “acostumbre” a este alérgeno.