El sinhogarismo hace referencia a las personas que viven en la calle, a las personas sin hogar. Pero sobre todo es un problema estructural de toda la sociedad porque es uno de los reflejos más brutales de la desigualdad en nuestro país.

Según el INE, 31.000 personas no tienen hogar en nuestro país y 8.000 duermen en la calle, la mitad de ellos desde hace más de tres años. Eso ocurre porque a pesar de que existe una red de albergues para darles una solución, se trata de una solución temporal.

Lo que ocurre cuando no tenemos hogar se desencadenan problemas de socialización, de salud, estas personas se van alejando poco a poco del mercado laboral y eso acaba en una exclusión social que tarda bastante tiempo en recuperarse.

La esperanza de vida se reduce 20 años y ocho de cada 10 son hombres. ¿Qué ocurre con el 20% de mujeres que están en la calle? Son menos pero son más vulnerables porque están expuestas a la violencia física y a las agresiones sexuales. Muchas de ellas han llegado a la calle escapando de los malos tratos de sus maridos huyendo de sus maridos y establecen relaciones por protección con otros hombres, muchas veces se someten a abusos y agresiones de un solo hombre con el que conviven en la calle para que otros hombres no las agredan.

¿Cómo se aborda este problema? Hasta ahora existe el modelo asistencial que es absolutamente ineficaz, que se inventó en los años 80 y está obsoleto. Consiste en un programa de pasos, es como una escalera. De estar en la calle, la primera solución que se aporta es pasar a un albergue, de ahí a un alojamiento temporal y el último paso sería facilitarles una vivienda estable a todas las personas que están en la calle.

Lo que se está pidiendo ahora es que la vivienda sea lo primero que se les dé a las personas sin hogar ya que supone un primer paso para poder integrarse en el mercado laboral y a la sociedad. Además de atención psicológica y acompañamiento sociolaboral.