Nueva polémica en torno a la hidroxicloroquina, el ya célebre medicamento del que es firme defensor Donald Trump. El pasado mes de mayo, un artículo en la prestigiosa revista médica 'The Lancet' cuestionaba su uso contra el coronavirus, tras detectar un supuesto incremento en la mortalidad de los pacientes que lo recibieron. Un 'descubrimiento' que paralizó los ensayos clínicos de la OMS con este fármaco y que ha resultado estar basado en datos falsos.

El escándalo lo han destapado tres científicos de ISGlobal en Barcelona, según ha adelantado 'La Vanguardia', y la publicación ha tenido que retractarse. Carlos Chaccour es uno de ellos y ha explicado en Al Rojo Vivo cómo advirtió que algo no cuadraba en aquel estudio.

Según ha contado, tanto él como sus compañeros Joe Brew y Alberto García-Basteiro ya estaban tras la pista de sus autores, pues en abril habían publicado otro artículo que arrojaba resultados extraños sobre otro medicamento, la ivermectina, que al igual que la hidroxicloroquina, se emplea en el tratamiento de la malaria. "Ya en abril vimos ciertos errores en ese primer documento", ha revelado.

Al ver un segundo artículo de los mismos autores publicado en el 'New England Journal of Medicine' (otra prestigiosa publicación científica) y un tercero en 'The Lancet', saltaron todas las alarmas. "Revisamos el artículo de 'Lancet' y vimos otra vez los mismos patrones: casos que no coinciden con los casos reportados, cifras de mortalidad que no son apropiadas... Dijimos, 'esto no puede ser'", relata Chaccour.

Fue entonces cuando se pusieron en contacto con 'The Lancet' y comenzaron a investigar a la empresa que suministraba los datos clínicos para el estudio. Lo que descubrieron era cada vez más sospechoso: "Llamaba mucho la atención, esta empresa pequeñita, con menos de 10 empleados, de repente dice que tiene acuerdos con 1.200 hospitales en todo el mundo", indica el especialista.

Hospitales que, además, enviaban "todos los datos de todos sus pacientes", algo muy llamativo teniendo en cuenta las cortapisas que pone en este sentido la ley en materia de protección de datos personales. A ello se sumaban "empleados que no cuadran", como el caso de una empleada que "resulta que se dedica a escribir libros de ciencia ficción".

Chaccour, no obstante, no cree que se tratara de "una mentira orquestada" con la connivencia de las publicaciones científicas. A su juicio, el dueño de la empresa que suministraba los datos "ha buscado notoriedad". Lo "trágico", ha concluido, es que lo hiciera "a través de medios que afectan políticas públicas de los países durante una pandemia".