Son madre, madre e hija. Patricia, Anna y su bebé son una familia. "Hay gente a nuestro alrededor que no tienen tan claro que tengamos derecho a ser una familia", afirma Anna.
Llevan 8 años juntas y están casadas. Hasta ahora, en países europeos como Polonia, donde nació Anna, no eran consideradas cónyuges. "En Polonia a veces tenemos que dejar de darnos la mano. Esa situación no limita a la hora de decidir dónde vamos de vacaciones", explica Anna, miembro de 'FLG, Asociació Families LGTBI'.
En pleno siglo XXI todavía hay estados miembros de la Unión Europea en los que se prohíbe constitucionalmente el matrimonio igualitario. En Bulgaria, Croacia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia y Eslovaquia el matrimonio se define como la unión exclusivamente entre un hombre y una mujer.
"Por qué tiene que ver mi hija que en un país me comporto de una manera y en otro de otra. Es una desigualdad de derechos", añade Patricia.
Pero, a partir de ahora, la Justicia europea obligará a reconocer los matrimonios entre personas del mismo sexo en toda la UE, incluso donde el matrimonio homosexual no es legal.
Una sentencia que avala lo obvio: que aquí y en toda la Unión Europea, ellas también son una familia.
Primera declaración ante el juez
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