El torero Morante de la Puebla hizo historia en Sevilla este jueves. Por primera vez en más de 50 años cortó dos orejas y un rabo. La hazaña paralizó la ciudad desde el momento en el que la puesta del Príncipe de la Real Maestranza se abría para dar paso al torero.
Durante cerca de 20 minutos, una multitud de aficionados le llevó por las calles de Sevilla desde la plaza hasta su hotel. Montera en mano, el torero saludaba a sus fanáticos y les pedía paso, pues no podía ni avanzar. Mientras, un reguero de gente desfilaba entre la muchedumbre con el sol caído.
En las grandes avenidas y en las pequeñas calle, como la de Almansa, los sevillanos eufóricos lo acompañaban. De ahí a Santas Patronas y a la calle San Pablo. La marea taurina fue cortando las diferentes calles principales de la ciudad.
Móvil en mano, la gente inmortalizaba el momento histórico. Los que paseaban por la calle Canalejas, se detuvieron a observarlo. Veinte minutos después llegaron al Hotel Colón, donde el torero entró sonriendo todavía a hombros. Ese fue el punto final de una hazaña que probablemente no se volverá a ver jamás.
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