Gobiernos, ciudadanos y empresas podemos trabajar en la misma dirección para conseguir reducir la cantidad de gases contaminantes que se emiten a la atmósfera.

Al reciclar los envases evitamos que las emisiones contaminantes que se derivan de su producción se acumulen en la atmósfera. Por ejemplo, cada vez que se reciclan seis latas de refresco, seis botellas de plástico, ocho botes de champú o tres de detergente, se evita que llegue a la atmósfera la misma contaminación que la que produce un coche echando humo durante diez minutos.

En 2017, tres de cada cuatro botes que llegaron al mercado se consiguieron reciclar. Gracias a ello, se reutilizaron más de 1.400.000 toneladas de envases, y se evitó que llegaran a la atmósfera más de 1.200.000 toneladas de CO2.

Con dichos millones de envases reciclados, en el año 2017 se ahorró a la atmósfera la misma cantidad de humo que hubieran emitido 400.000 coches durante todo el año.

El por qué de todo este ahorro se debe al menor coste energético de extraer y producir los materiales desde cero; pero además del ahorro, se reducen las enfermedades respiratorias, cardiovasculares o dermatológicas que se asocian a la gran cantidad de gases contaminantes que emitimos a la atmósfera.