Los tres hombres, dos de nacionalidad rumana y un español, están acusados de al menos seis delitos de hurto y maltrato animal y fueron identificados después de que el propietario de una explotación ganadera avisara de la presencia de una furgoneta sospechosa saliendo de su propiedad.

La investigación de los agentes de El Castillo de las Guardas permitió interceptar una furgoneta de características similares a la denunciada, en la que hallaron cerdos recién muertos y burdamente despiezados. Al preguntar a los ocupantes por la procedencia de los mismos, éstos se mostraron nerviosos e imprecisos y no consiguieron acreditar nada.

Al parecer, los sospechosos acudían a fincas en horas en las que sus dueños estaban ausentes y se apropiaban de los cerdos, a los que mataban allí mismo, en el campo, con gran crueldad, usando cuchillos y golpeándolos con una maza, para después descuartizarlos y cargarlos en la furgoneta.

Esta carne la vendían posteriormente sin saber si se trataba de carne apta o no apta para el consumo humano. Los agentes realizaron numerosas inspecciones oculares en varias fincas que habían sufrido robos y hurtos de ganado y consiguieron esclarecer hasta seis hechos delictivos, que imputa a las mismas personas que ocupaban la furgoneta interceptada.