La historia de Patricia Aguilar y su familia tiene todos los ingredientes de un auténtico thriller, sin embargo no es un caso de ficción sino una pesadilla real que comenzó en 2016 y no acabó hasta 2018, exactamente 548 días después. Ese periodo de tiempo que el que da nombre la serie documental de Disney+ '548 días: captada por una secta es el que Patricia pasó lejos de su familia sin que ellos pudieran hacer nada por evitarlo. "Contiene todos los ingredientes de un thriller clásico...pero en el mundo real y con personas reales", afirman los directores Olmo Figueredo González-Quevedo y José Ortuño.

Esta historia dramática de la desaparición de Patricia Aguilar arrancó en 2016 cuando ella cumplió 18 años y se fue de su casa en Elche. Sus padres descubrieron con desconcierto que no conocían en absoluto a su hija y comenzaron un complicado periplo físico y emocional para conseguir recuperarla, había sido captada por un miembro de la secta Gnosis. Como en todo thriller, esta historia tenía un villano, varias víctimas y, afortunadamente también, un puñado de héroes que no se rindieron a pesar de las dificultades.

Quién es quién en la historia

Patricia Aguilar

Patricia Aguilar vivía en Elche y en plena adolescencia con solo 16 años sufrió el duro golpe de perder a su tío con el que tenía una relación muy cercana, sobre todo porque sus padres estaban dedicados al negocio familiar y a sacar adelante a la familia. Era el hermano de su madre, ella se vio muy afectada también y se sumió en una depresión. Aunque Patricia se encerró en sí misma y no hacía demasiada vida social, sus padres no vieron ninguna señal de alarma. Además, poco después empezó a cambiar un poco y a mejorar su rendimiento escolar por lo que nada hacía pensar lo que pasaría apenas dos años después en 2018.

En esos años, Patricia había buscado respuestas a su dolor en Internet y así fue como en un momento de máxima vulnerabilidad cayó en las redes del supuesto gurú Félix Steven Manrique. Hablaron a diario durante dos años, en los que la joven se vio abducida por las tesis de la secta Gnosis del que se proclamaba como un enviado destinado a repoblar el mundo cuando llegara el apocalipsis y ella una de las reinas elegidas para ayudarle a conseguirlo.

Tras varios años sumidos en la tristeza, la familia incluso había dejado de celebrar las Navidades. No fue hasta el 18 cumpleaños de Patricia que se volvieron a reunir para una celebración, lo que no sabían es que era en realidad una despedida. Después de robar el dinero de sus padres y decirles que se iba con unos amigos desapareció sin dejar rastro. Se había ido a Perú para reunirse con Manrique, pero el paraíso prometido dejó muy pronto de ser tal cosa y Patricia se vio atrapada por un hombre que la esclavizó. El problema es que ya era tarde y estaba tan adoctrinada que no podía volver a atrás por si misma.

Rosa Poveda y Alberto Aguilar, padres de Patricia

Los padres de Patricia empezaron a vivir una pesadilla cuando descubrieron que después de salir a celebrar su cumpleaños su hija no había vuelto y sus intentos de contactar con ella eran en vano. Descubrieron que en su casa faltaba dinero de la recaudación del negocio de panadería al que habían dedicado todos sus esfuerzos en los últimos años. Tras relacionar los dos hechos su preocupación fue en aumento porque nada de eso era propio de su hija y se dieron cuenta de que algo raro estaba pasando. El problema con el que se encontraron es que Patricia ya era mayor de edad y que con un escueto mensaje, que sospechaban que no había escrito ella, daba a entender que su desaparición era voluntaria.

En ese momento, comenzaron a inspeccionar entre las cosas de su hija para intentar encontrar pistas de dónde podía esta, sin embargo la tecnología era una barrera para ellos ya que no estaban familiarizados ni con Internet ni con las redes sociales. Ahí fue clave, la ayuda de la prima de Rosa, Noelia, que también tenía buena relación con Patricia. Pusieron una denuncia y se emitió una orden de búsqueda internacional, pero no parecía suficiente. Cuando semanas después lograron contactar con ella, se encontraron con que su hija les rechazaba y no quería saber nada de ellos. El caso llegó incluso a los medios, pero la reacción de la joven fue aún peor.

Finalmente, su padre decidió viajar hasta Perú en 2018 para localizarla. Tiempo más tarde, el padre comunicó a la prensa que había conseguido dar con ella en una zona situada en plena selva en la que residía junto a otras mujeres y niños, todos hijos del líder de la secta y uno de ellos fruto de su relación con Patricia.

Noelia Bru, prima materna y portavoz

La familia de Patricia se volcó con la búsqueda de la joven y la ayuda de Noelia, prima de Rosa Poveda fue fundamental. Ella acudió a la llamada de Alberto y Rosa cuando se vieron incapaces de descifrar el rastro de Patricia en Internet. Noelia no dudó en cerrar su negocio en Benidorm y centrarse en encontrar a la hija de su prima con la que tenía una relación muy cercana, aunque no tanto como ella creía.

Entre las cosas de Patricia empezaron a encontrar conceptos esotéricos extraños y descubrieron un mundo desconocido cuando comenzaron a investigar sobre ello en Ineternet. Así fue como descubrieron que la joven estaba en Perú. Noelia llegó a utilizar un perfil falso en redes sociales para contactar con el líder espiritual que había abducido a Patricia y se la había llevado, pero el no llegó a confiar y la bloqueó.

A raíz de ahí, encontró a personas que habían caído en sus redes y dieron con la familia de otra de sus víctimas Maryori García 'Mayi', con la que también se había casado y había tenido hijos. Esa relación llevó a la familia a decidirse a viajar a Perú, al ver que desde España ya no estaban consiguiendo nada.

Paola Vega, Maryori García 'Mayi', las otras victimas

Cuando Patricia Aguilar llegó a Perú, se encontró con las otras dos víctimas de Manrique, Paola Vega y Maryori García 'Mayi'. Ambas tenían hijos con el supuesto líder de la secta Gnosis y estaban sometidas. Todos vivían juntos, primero en un pequeño apartamento en Lima donde los niños iban incluso al colegio. Allí tenían que cumplir las extrañas normas que les imponían y los rituales sexuales diarios.

Cuando el caso de Patricia saltó a los medios, Manrique dejó sola a la joven española en la ciudad para que desmintiera lo que decían sus padres y huyó con las otras dos mujeres y los pequeños hacia una zona de selva para poder esconderse. Patricia se reunió más adelante con ellos y vivió el periodo más duro con unas condiciones infrahumanas, sin apenas comida ni higiene.

La familia de Patricia contactó con Olinda Valverde, la madre de Maryori y juntos lograron hacer más fuerza para activar la investigación y el rescate de Patricia y el resto de víctimas.

Luis Alfonso Capcha y Cristian Huarcaya, policías peruanos

La Fiscalía Especializada en Delitos de Trata de Personas de Perú ya investigaba a Manrique por varios delitos, pero el caso de la española Patricia Aguilar supuso un impulso y los agentes Luis Alfonso Capcha y Cristian Huarcaya fueron los encargados de buscar a Manrique. Tras descubrir que había huido, recorrieron zonas peligrosas de la selva hasta encontrar una pista que les llevó a dar con ellos.

Tras un periodo de vigilancia, en un principio dieron con Manrique, Paola y Maryori, pero no con Patricia y los niños ya que se habían separado para intentar conseguir dinero para mantenerse. Finalmente hallaron a Patricia y a los pequeños en unas condiciones lamentables, la joven española había sido madre de una niña en una casa sin ningún tipo de higiene y sin que nadie la ayudase. La desnutrición hacía estragos en todos, pero especialmente en la madre y la bebé que difícilmente habrían sobrevivido mucho más tiempo. Los policías se convirtieron en auténticos héroes para la familia y aún hoy mantienen el contacto y se han reencontrado con motivo de la serie documental

Las difíciles condiciones en las que vivía Patricia

El líder de la secta controlaba su dieta y les hacía tomar ayahuasca y otras drogas para debilitarlas y maltratarlas sexual y psicológicamente. Así era como Félix Steven Manrique se aprovechaba de sus víctimas, a las que captaba a través de Internet y coaccionaba para que formasen parte de su secta. Una vez en su poder, abusaba de ellas.

Patricia Aguilar.

Manrique les obligaba a seguir unas reglas para formar parte de su familia y sobrevivir así "al apocalipsis" que, según decía, solo él podría evitar. En un papel de Patricia, al que ha tuvo acceso Expediente Marlasca, se ven las normas que tenían que cumplir como "no parpadear por mucho que te piquen los ojos" o "mirar una olla con agua"; y hasta las oraciones que debían pronunciar, como "te conjuro por el maestro G que es mi esposo y señor".

Cuando la encontraron, descubrieron que a Patricia Aguilar le llevaban comida solo una vez a la semana. Estaba abandonada y cuando llegaron hasta ella y su bebé, ambas estaban al límite, especialmente la pequeña.