"Yo era consciente de que hacía el mal, pero era algo que no podía controlar. Sabía que no era legal ni humano", ha reconocido Alberto G.F., quien se enfrenta a 30 meses de cárcel por un delito continuado de descubrimiento y revelación de secretos respecto a su expareja, también policía nacional.
Durante meses, el imputado accedía a los ficheros oficiales de la Dirección General de la Policía y realizaba búsquedas de datos de su exmujer, que también era agente de la Policía Nacional. De este modo, podía leer sus correos, sus conversaciones de Whatsapp y sus movimientos en las redes sociales, entre otros datos personales.
En su relato, el procesado ha narrado que mantuvo una relación de cuatro años con la víctima, con quien tiene un hijo en común de seis años. Según su versión, tenían una buena relación y mantenían contacto continuo por el hijo que tenían en común, sabiendo siempre lo que ésta hacía porque siempre se lo contaba.
"Cuando ella me decía: vale ya, me estás acosando. Yo le decía que no era mi intención y entonces paraba", ha indicado el agente policial, quien en su interrogatorio ha repetido en varias ocasiones que nunca tuvo intención de vigilarla.
La versión ofrecida por su expareja no se ha correspondido a la manifestada por el acusado, ya que ha relatado que a pesar de que ella nunca le contaba sus planes él siempre le dejaba entrever que sabía todo lo que hacía. "Le sentía siempre detrás. Sabía lo que hacía en todo momento. Sentía miedo", ha relatado la mujer, que llegaba a recibir al día unos 400 mensajes que hacían alusión a su pasado o a su vida sexual.
A preguntas sobre por qué no le bloqueaba en el móvil, ha explicado que al tener la custodia de su hijo compartida no le quedaba más remedio que comunicarse con él a través de la aplicación de mensajes WhatsApp. Además, ha contado que la avasallaba y la vejaba como "mujer y como madre".
El acusado ha contado que la mujer le denunció en 2015 por un delito de lesiones, una causa de la que finalmente salió absuelto. Sobre este asunto, un inspector de la Dirección General compañero de la víctima ha relatado que un día de madrugada la mujer le llamó llorando por un problema que habían tenido, acudiendo a comisaría.
"No quería denunciar. Otro día llegó con un parte de lesiones, pero tampoco quiso denunciar", ha señalado. Según los hechos, el acusado mantuvo una relación sentimental con su expareja durante cuatro años que cesó en abril de 2014 fruto de cual tuvieron un hijo.
El acusado, "no asumiendo la ruptura de la relación", entró con su clave durante casi tres años en la base de datos de la Dirección General de Policía para conocer dónde y con quien estaba su mujer. En concreto, recabó datos de los ficheros donde constan registradas las personas que se encuentran hospedadas en los hoteles.
En 2016 llegó a realizar 36 búsquedas en distintos días para averiguar si había estado hospedada en un determinado hotel. Con esta información enviaba whatsapp a su ex pareja para dejar entrever cuando hablaban del hijo que tenían en común que sabía dónde estaba y lo que hacía, "lo que generaba a en la perjudicada cierta inquietud".
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