Para el turismo de La Palma, la incertidumbre está siendo su peor enemigo. La situación del aeropuerto, que cierra y vuelve a abrir en función de la evolución de la erupción, disuade a los visitantes.

Algunos planearon cómo llegar, pero el volcán terminó decidiendo por ellos, obligándoles a recurrir a la opción del ferry para moverse.

Las dudas hecho caer el número de turistas en la isla y quienes tienen negocios se lamentan. Dicen que están sobreviviendo con turismo local canario y peninsular. Los viajeros extranjeros, sobre todo del norte de Europa, prácticamente no han llegado.

Además, también lo notan en una de sus principales fuentes de turistas: los cruceros, que además están menos tiempo. Al principio, el volcán atrajo un repunte de turistas, pero dicen los hoteleros que ese atractivo no ha surtido el efecto que esperaban con las reservas que no llegan ni al 50%.

En breve llega diciembre, uno de los meses más importantes de la temporada alta en La Palma, y si nada lo remedia, el sector alerta que no va a funcionar ni a medio gas.