El lenguaje es una herramienta muy poderosa. Mediante él, como señala Mental Health Europe (una ONG apoyada por la Unión Europea), creamos conciencia y conformamos estereotipos que también reforzamos. En este sentido, la entidad insiste en que siempre hay que tener en cuenta que una persona que vive con un problema de salud mental "es mucho más que su experiencia o diagnóstico". Y si ni tú eres capaz de describirte a ti mismo con una palabra, ¿por qué ellos sí?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) no deja de insistir en que la salud mental es un problema al que hay que atender con especial rigor. Es más, no solo apunta que es una de las áreas más desatendidas de la salud pública, sino que en 2019 advirtió de que será la primera causa de discapacidad en el año 2030. Una fecha que está a la vuelta de la esquina.

Cómo hablar de las personas con enfermedades mentales

"El mayor handicap que sufren las personas con enfermedades mentales es la estigmatización", afirma Gabriel Rubio, jefe de Psiquiatría del Hospital 12 de Octubre de Madrid, a laSexta.com, que insiste en que hay que combatir "los miedos que tiene la sociedad en torno a las enfermedades mentales".

De este modo, el experto incide en que, de manera errónea, tendemos a hablar de los usuarios de los servicios de salud mental "como personas que no se controlan o que pueden ser violentas". Por ello, recalca que el lenguaje cobra mucha importancia: "Todavía decimos de forma desenfadada cosas como ‘menuda locura’, y parece que casi cualquier excentricidad que vemos en el mundo tiene que ser locura, cuando la realidad es que todo esto perjudica la reinserción de estas personas", zanja.

Todavía decimos de forma desenfadada cosas como ‘menuda locura’, y parece que casi cualquier excentricidad que vemos en el mundo tiene que ser locura, cuando la realidad es que todo esto perjudica la reinserción de estas personas"

Gabriel Rubio, psiquiatra

En esta línea, Mental Health ha resumido en una infografía cuáles son los errores más comunes a la hora de hablar de las personas con trastornos mentales. Cabe recordar que las enfermedades mentales van más allá de la esquizofrenia, la bipolaridad y la depresión, y que cualquiera de nosotros es susceptible de sufrir algún problema de salud mental, como ocurrió psicológicamente durante el período de confinamiento por la pandemia de COVID.

Lo que se debe y no se debe decir:

Partiendo de las recomendaciones de la MHE y la Fundación del Español Urgente, estas son algunas recomendaciones a la hora de hablar y referirnos (o no) a las personas con enfermedades mentales.

  • No hay que decir esquizofrénico, sino "persona que vive con una enfermedad mental".
  • Con respecto a los síntomas: es mejor decir, si ocurre, que "está escuchando voces o tiene creencias inusuales" a que "está bajo los síntomas de la depresión".
  • Esa persona está "experimentando dificultades emocionales o psicológicas", mejor que decir que está "sufriendo una enfermedad", según Mental Health.
  • Centro de salud mental, no manicomio.
  • El trastorno mental no es sinónimo de discapacidad intelectual.
  • Usuarios y usuarias de servicios de salud mental no son "enfermos mentales".
  • Es más adecuado decir que son "personas que experimentan cambios de humor" a que son bipolares.

Junto con eso, la entidad también insiste en que hay que desmontar los bulos que giran alrededor de las enfermedades mentales: "Las estadísticas muestran que la mayoría de las personas que viven con las enfermedades mentales no tienen más probabilidades de ser violentas que ningún otro", dicen desde la organización. Es más, de hecho es al contrario: estas personas "lamentablemente, es más probable que sean víctimas de violencia o daño", concluyen.

Inversión en salud mental: la tarea pendiente

Aprovechando la efeméride de este año, desde la Organización Mundial de la Salud claman por más inversión en salud mental, pues es "una de las áreas más desatendidas de la salud pública", aseguran en un comunicado. La OMS detalla que cerca de 1.000 millones de personas en el mundo viven con un trastorno mental, dato que se suma a otro demoledor: una persona se suicida cada 40 segundos.

Pese a estas cifras, "relativamente pocas personas en todo el mundo tienen acceso a servicios de salud mental de calidad", algo que se ha visto aún más menguado por la crisis del COVID. A todo esto se suma la ya mencionada estigmatización, discriminación y violaciones de derechos humanos que sufren personas con enfermedades mentales, de acuerdo con la propia OMS.

Por cada dólar invertido en la ampliación del tratamiento de trastornos mentales comunes, como la depresión y la ansiedad, se obtiene un rendimiento de cinco dólares en cuanto a la mejora de la salud y la productividad"

Organización Mundial de la Salud

Los presupuestos que los países destinan a estas dolencias son clave, pero exiguos. De acuerdo con la OMS, en el mundo se gasta de promedio en salud mental solo un 2% del presupuesto global en salud. "A pesar de algunos aumentos en los últimos años, la asistencia internacional para el desarrollo en materia de salud mental nunca ha superado el 1% de toda la asistencia para el desarrollo en el ámbito de la salud", lamenta la organización, que además pone sobre la mesa el beneficio -no solo social o sanitario, sino también económico-, de esta inversión: "Por cada dólar invertido en la ampliación del tratamiento de trastornos mentales comunes, como la depresión y la ansiedad, se obtiene un rendimiento de cinco dólares en cuanto a la mejora de la salud y la productividad".

"Ya estamos viendo las consecuencias de la pandemia de COVID-19 en el bienestar mental de las personas, y esto es solo el principio", alertó en agosto Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, en un comunicado. "A menos que nos comprometamos seriamente a aumentar la inversión en salud mental ahora mismo, las consecuencias sanitarias, sociales y económicas tendrán un gran alcance", sentenció.

El compromiso por la salud mental

La OMS hace un llamamiento no solo a instituciones y gobiernos, sino a personas individuales: les pide que se cuiden y, sobre todo, que apoyen a conocidos, amigos y familiares que puedan sufrir alguna afección mental.

A nivel individual, la OMS invita a "tomar medidas concretas a favor de nuestra propia salud mental y apoyar a los amigos y familiares que estén afectados por un trastorno de este tipo"; a los empleadores, les pide "adoptar medidas para establecer programas de bienestar de los empleado" y, a los gobiernos, les insta a "comprometerse a establecer o ampliar los servicios de salud mental".

Y una conclusión: el estigma continúa, pero se va derribando. Llevamos años intentando hablar de las enfermedades mentales, y la propia OMS ha observado "una creciente apertura para hablar de la salud mental en muchos países del mundo". Sin embargo, ahora hace una petición clara: "debemos convertir las palabras en acciones", dijo también en agosto Ingrid Daniels, presidenta de la Federación Mundial de Salud Mental. "Necesitamos ver que se hacen esfuerzos concertados para construir sistemas de salud mental que sean apropiados y relevantes para el mundo de hoy y de mañana", concluyó.